Opinión

Un paso al frente

Las altas temperaturas del verano no han podido con el virus. Se esfumó la esperanza de que la pandemia nos diera una tregua hasta el otoño. La buena tendencia que marcaron los datos sobre infectados, hospitalizados y muertos a finales de junio pronto comenzó a romperse con la recuperación de la movilidad y de la actividad económica, parcialmente, al menos. Ahora la esperanza la tenemos puesta en la vacuna. Los más optimistas piensan que las vacunas no serán comercializadas antes de los primeros meses del próximo año, otros anuncian que la tendremos en noviembre; pero, se dé o no el escenario más optimista, mientras tanto continuaremos en manos de las autoridades y de la responsabilidad individual de cada uno.
 
El comportamiento que está teniendo la pandemia está llenando de desasosiego, inquietud e incertidumbre a la ciudadanía. Millones de personas viven angustiadas por su salud, por su trabajo, por la educación de sus hijos o sus proyectos vitales. En este inquietante panorama, la sociedad está echando en falta un liderazgo político y social representativo del conjunto de la sociedad, un liderazgo que transmita credibilidad y la idea en que la situación está bajo control. La pandemia no está respetando territorios, ni clase social, ni ideología política o creencia religiosa, tampoco se detiene el COVID-19 en quién tiene la competencia para arbitrar medidas: el virus no discrimina. Por ello, la lucha contra el virus para que sea efectiva no debe discriminar, debe unir, sumar.
Muchos ciudadanos esperaban que el presidente del Gobierno de España asumiera el rol de liderar
 
En España los mensajes que nos llegan diariamente de la lucha contra el coronavirus son inquietantes, confusos y desconcertantes; da la sensación que cada uno hace la guerra por su cuenta. El resultado está ahí, en los alarmantes datos que cada día se facilitan. Muchos ciudadanos esperaban que el presidente del Gobierno de España asumiera el rol de liderar al conjunto de las Administraciones en la lucha contra el virus dada la preocupante evolución de los datos; sin embargo, la comparecencia de Sánchez ha añadido más inquietud y preocupación.
 
En su primera aparición pública después de sus vacaciones, Pedro Sánchez invitó a las comunidades autónomas a solicitar la autorización del Congreso de los Diputados la declaración del estado de alarma si lo consideran necesario para hacerle frente a la pandemia en sus respectivos territorios o en parte de los mismos. Cuando esperábamos un paso al frente del Gobierno de España para impulsar, en coordinación con las comunidades autónomas y las administraciones locales, la lucha contra una pandemia que cada día genera más desconcierto social, la respuesta de Moncloa ha sido lavarse las manos y dejar la responsabilidad de las decisiones en manos de las autoridades territoriales.
Crece la ruina social y avanza un debilitamiento generalizado del bienestar
 
Las secuelas que está dejando la pandemia son terribles. Millones de infectados y centenares de miles de muertos en el mundo, y en paralelo un colapso económico como nunca habíamos vivido. Millones de personas que pierden sus trabajos. Crece la ruina social y avanza un debilitamiento generalizado del bienestar. En España los datos de la evolución de la pandemia no invitan al optimismo. La recomendación de países como Alemania, Reino Unido u Holanda de no viajar a España nos castiga económica e incluso anímica o psicológicamente. Canarias, por nuestra gran dependencia del turismo, sufre esas decisiones en mayor medida.
 
La creciente amenaza de que el descontrol de la pandemia puede terminar por empujar al precipicio lo que queda del sector empresarial está llevando a las autoridades locales a tomar medidas de más control en los lugares en los que se están produciendo los rebrotes. Nadie tiene la varita mágica que pueda contener la pandemia que inquieta y atemoriza al mundo entero. Nadie está siendo invulnerable a los contagios y, por lo tanto, nadie ha encontrado el método que nos permita desarrollar las actividades cotidianas de la comunidad en la que vivimos sin la amenaza de contagiar o de ser contagiados.
 
En nuestro país el confinamiento de la población decretado en la declaración del Estado de Alarma sirvió para frenar y luego disminuir el número de personas afectadas por los contagios, así como el número de hospitalizados y de fallecidos. Es hora de que el Gobierno de España de un paso al frente para aglutinar al conjunto de las administraciones y de los partidos políticos,  para luchar unidos contra un enemigo común que nos está destrozando sanitaria, social y económicamente.

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