Opinión

Controles en aeropuertos y puertos

Controles en aeropuertos y puertos

Sí no fuera porque todos llevamos mascarillas, en los puertos y aeropuertos de nuestras islas la sensación que se proyecta es la de que la pandemia forma parte del pasado. Las puertas de entrada y salida de las Islas operan con total normalidad. Presentando el documento nacional de identidad y el correspondiente billete se entra y sale de Canarias igual que lo hacíamos antes de decretarse el estado de alarma por la COVID-19, en marzo del 2019.

La recuperación de la plena normalidad en nuestros puertos y aeropuertos nos produce una sensación de libertad, autonomía, desahogo, familiaridad, autonomía e independencia. Sin duda, hemos ganado en libertad pero, probablemente, hemos perdido en seguridad.

La vacunación está siendo determinante para el control de la pandemia. Paralelamente, Canarias ha comenzado a recuperar su economía con la sostenida recuperación de la ocupación turística. La recién iniciada temporada de invierno alumbra datos de programación de las compañías aéreas y de reservas en la planta alojativa francamente positivos. Miles de trabajadores que estaban en ERTE han comenzado a reincorporarse a sus puestos de trabajo. Estar lejos del territorio continental y no tener carreteras o ferrocarril que nos comunique con el exterior es uno de los handicap más importantes que limitan nuestro desarrollo social y económico. Sin embargo, en la lucha contra la COVID-19 esas limitaciones juegan claramente a nuestro favor.

El motor en el que se sostiene nuestra economía es el turismo. Británicos, alemanes, italianos, franceses, nórdicos o belgas y holandeses forman parte de esos más de quince millones de turistas que estamos en condiciones de recibir cada año. Las cifras de potenciales clientes se han negado a vacunarse son aún muy altas. Millones de británicos y de alemanes –nuestros principales mercados– rechazan la vacuna.

Fuimos muy severos en las medidas de control en nuestros puertos y aeropuertos cuando la gente no viajaba y necesitábamos evitar la ocupación cero en nuestros establecimientos alojativos. Hicimos bien anteponiendo seguridad sanitaria ante actividad económica y trabajo. Ahora, con unos niveles de vacunación muy altos en toda Europa, cuando nos podemos permitir exigir el certificado de vacunación para entrar en el Archipiélago porque la demanda nos da la opción de filtrar las entradas y salidas de las Islas, asumimos unos riesgos innecesarios.

Posiblemente, la mayoría de nuestros potenciales visitantes vacunados valorarían muy positivamente que hubiera medidas de control que favorecieran la seguridad sanitaria. El control en la entrada y salida de Canarias refuerza la calidad de nuestro destino; a la larga, la permisividad, el desorden y el descontrol salpicará –otra vez– nuestra economía si la seguridad sanitaria se deteriora.

Canarias debe sumar a sus envidiables condiciones de clima, sol, playa, paisaje, cielo y mar, para seguir siendo un destino potente en el mundo, otro factor, el de territorio saludable. Las autoridades canarias tuvieron mucha determinación cuando antepusieron seguridad sanitaria a economía, exigiendo un control en las entradas y salidas de nuestros puertos y aeropuertos; ahora que podemos ser selectivos porque la inmensa mayoría de nuestros potenciales visitantes están vacunados, el filtro en las puertas de entrada y salida de las Islas dignifica y cualifica al destino.

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