Opinión

Después del fuego

“Ningún lugar del planeta que tenga la fortuna de disfrutar de masa forestal está ajeno a la amenaza del fuego. No escapan a esa amenaza los lugares o países más desarrollados, ni los que cuentan con menos medios; ni tampoco, desde luego, aquellos que están anclados y sumidos en una vida rudimentaria. Tampoco garantiza estar libre de la constante amenaza de los incendios en los montes disponer de los más sofisticados medios técnicos, o de los mejores recursos humanos en cantidad y capacidad para hacer frente al fuego”. Con estas palabras inicié el comentario publicado el pasado fin de semana bajo el título ‘Ponérselo más difícil al fuego’. Lamentablemente, aunque en aquel momento parecía que el fuego que afectaba a Tejeda, Artenara y Gáldar entraba en fase de control, las altas temperaturas, la humedad y el viento nos devolvieron a la realidad de que el hombre propone y la naturaleza dispone.
 
Tampoco entiende el fuego de colores políticos; su efecto, demoledor, castiga territorios gobernados por unos u otros. Cuando se desata el fuego en nuestros montes, todos los territorios -con independencia de quienes los gobiernen- plantan cara al fuego con fortalezas y debilidades, dando muestras de eficiencia pero también sintiéndose vulnerables; en todas partes se siente la misma angustia, y en ocasiones asoma la sensación de impotencia ante el efecto destructor del mismo.
 
No caigamos ahora en el estéril y penoso ejercicio de culpabilizar al adversario político
A lo largo del tiempo, Canarias ha sufrido muchos incendios. La rica masa forestal de la que disfrutan cinco de nuestras ocho islas, el clima y la orografía hacen que estemos más expuestos a los riesgos de un incendio forestal. Hemos padecido incendios en nuestro Archipiélago con gobiernos de todos los signos políticos, independientemente del color político en ayuntamientos o cabildos.
 
Esta vez ha tocado en Gran Canaria. Esta vez los municipios afectados han sido San Mateo, La Aldea de San Nicolás, Agaete, Moya, Valleseco, San Bartolomé de Tirajana, Tejeda, Artenara, Gáldar y Santa María de Guía. En otras ocasiones, las islas afectadas han sido Tenerife, La Palma, La Gomera o El Hierro, viviéndolo de forma más directa diversos municipios de cada una de ellas. El fuego nunca se paró porque alguna de las islas, o de los municipios afectados, fueran gobernados por un determinado partido político.
 
En todas partes, y a veces también en Canarias, somos especialistas en aprovechar situaciones como las vividas en el reciente incendio de Gran Canaria para intentar sacar tajada política. Ese nunca debe ser el camino. Muy al contrario, aprovechemos el ejemplo de generosidad y de solidaridad que nos han dado todos los que, de una manera u otra, han luchado contra el fuego durante estos larguísimos días. No caigamos ahora en el estéril y penoso ejercicio de culpabilizar al adversario político.
 
El ‘riesgo cero’ en los incendios forestales no existe
Las instituciones y los partidos políticos deben liderar un debate que nos ayude a saber más y reaccionar mejor si cabe, un análisis que debe promoverse junto a universidades, responsables de seguridad, protección civil, organizaciones ambientalistas y representantes vecinales de las zonas próximas a nuestros montes. Lejos de ‘hacer política’ -en su peor sentido- deben proponerse medidas preventivas en la lucha contra el fuego.
 
Indudablemente, el ‘riesgo cero’ en los incendios forestales no existe; ahora bien, se pueden adoptar más medidas preventivas que disminuyan los efectos devastadores que pueden producir los mismos. Hemos mejorado los instrumentos materiales y la capacitación de los profesionales encargados de la lucha contra el fuego. También se ha avanzado en la concienciación de la población; sin la buena disposición de los vecinos afectados hubiera sido imposible llevar a cabo la decisión de las autoridades de desalojar miles de viviendas, al menos no habría sido posible sin que se produjeran incidentes relevantes que afectara a la seguridad de los mismos.
 
Esperemos que, por respeto a los afectados, y en consideración a todos los que lucharon contra la pesadilla que supuso el incendio, ningún partido político intente sacar tajada política del mismo. El fuego no se combate con fuego sino con propuestas, sumando en vez de restando, buscando soluciones sin caer en la tentación de rentabilizar políticamente un incendio que ha vuelto a poner de relieve que los canarios de las ocho islas se sienten parte de una misma y sola realidad: Canarias.

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