Opinión

Los goles en propia puerta del PP

Los goles en propia puerta del PP

Las elecciones del pasado domingo en Castilla y León no son una foto fija de las expectativas electorales de las diferentes opciones políticas en el ámbito del conjunto del Estado, pero sí pueden estar marcando tendencias.

Después de los últimos resultados obtenidos por el PSOE en Euskadi, Galicia, Madrid y ahora en Castilla y León, Pedro Sánchez y su partido están perdiendo terreno; sufren los socialistas las consecuencias de tener que lidiar con una pandemia que se ha llevado miles de vidas por delante y que ha paralizado la actividad económica casi dos años.

Probablemente, buena parte del desgaste de Sánchez y su partido habría que imputarlo al comportamiento errático de sus socios de la coalición de gobierno y a unos aliados parlamentarios que producen mucho rechazo fuera del País Vasco y Cataluña.

En el caso del PP, al extraordinario éxito obtenido por Isabel Diaz Ayuso en Madrid y a la confirmación de la solidez que siempre han tenido los populares en Galicia cabe añadirles sus fracasos estrepitosos en Euskadi, Cataluña  y ahora en Castilla y León. Ciertamente, de incontestable fracaso para los objetivos que se habían marcado los populares se pude considerar el resultado cosechado el pasado domingo en tierras castellanoleonesas.

Gozaba Alfonso Fernández Mañueco de un cómodo gobierno de coalición con Ciudadanos (un partido, Cs, lamentablemente condenado a tener que empezar prácticamente de cero si quiere recuperar la posición de bisagra que tuvo y tiraron por la borda) cuando Génova interfirió para poner por encima la estrategia diseñada por la cúpula del PP para llevar a Casado a la Moncloa. 

En el imaginario de los dirigentes populares veían en Castilla y León un arrollador triunfo de Mañueco -parecido al obtenido por Ayuso en Madrid- y luego, en junio, sería en Andalucía, donde catapultarían definitivamente a Casado a liderar el triunfo en las locales del 2023 y de ahí a su coronación en las elecciones generales.

El resultado del pasado domingo deja claro que nada tiene que ver Mañueco con Ayuso y que los masivos apoyos recibidos por la presidenta madrileña mucho tienen que ver con un voto personal que con un voto de partido.

El fracaso de la maniobra planificada por Casado y su equipo desvela la fortaleza que tiene la figura de Isabel Diaz Ayuso, que suma votos personales a los que aporta el Partido Popular. Mañueco sólo tiene los del partido. Casado está por ver.

La democracia española necesita un gran partido de centro derecha que pueda nuclear un gobierno alternativo al que hoy pivota Pedro Sánchez, pero los populares se están encargando ellos solos de arruinar sus posibilidades. 

Muchos votantes y simpatizantes populares se siguen preguntando por qué no apoyaron una Reforma Laboral surgida de un acuerdo entre empresarios y sindicatos, un marco que mantenía el grueso de la impulsada por Rajoy en  2012.

Mientras tanto, VOX se frota la manos y espera pacientemente a que los votos de castigo a un desgastado Sánchez vayan cayendo en su cesta y que los errores que cometen Casado y los suyos ayuden aún más a engordar sus crecientes expectativas electorales.

Los resultados de Castilla y León dejan a Casado en manos de VOX y abren un debate entre los partidarios de llegar a acuerdos con el partido de Santiago Abascal y los que lo rechazan frontalmente, provocando que el PP esté viviendo una de las más difíciles semanas desde que Casado preside el partido.

Por las informaciones publicadas esta semana sobre un presunto espionaje a Isabel Diaz Ayuso, parece que Casado y Egea están más ocupados en intentar cortar la ascendente carrera política su compañera que en armar una alternativa fiable para un gobierno alternativo de España.

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