Sector primario

Entre la pandemia y la inflación, la ganadería lanzaroteña no gana para sustos

Ganado
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De las más de 100.000 cabezas que forman el censo ganadero de Lanzarote, el más numeroso es el avícola (unas 80.000 aves), seguido del caprino (unas 21.000 cabras)

Entre la pandemia y la inflación, la ganadería lanzaroteña no gana para sustos

La ganadería lanzaroteña trató de reinventarse tras la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19, pero, al poco tiempo, la guerra en Ucrania y la inflación agudizó los problemas. La cabaña insular supera las 100.000 cabezas, según los datos disponibles de 2021, y su destino es muy variado, pues va desde el consumo interno de carne y otros productos de la ganadería, como quesos o huevos, hasta el antiquísimo uso turístico de los camellos en las excursiones que se organizan en las Montañas del Fuego.

Había 7.700 cabezas de conejos en 1987

En estos tiempos, las personas expertas coinciden en señalar que se debe reducir en todo lo posible la dependencia alimentaria del exterior y la importación de productos de lugares lejanos. Se reclama tomarse muy en serio términos como autoabastecimiento, soberanía alimentaria o reindustrialización. Y, en el ámbito ganadero se pone el énfasis en la manera de producir: cómo viven, cómo se alimenta o cómo se acelera el engorde de los animales, o qué tratamientos reciben para prevenir enfermedades y qué efectos tienen estos posteriormente sobre la salud de los humanos. 

De las más de 100.000 cabezas que forman el censo ganadero de Lanzarote, el más numeroso es el avícola (unas 80.000 aves), seguido del caprino (unas 21.000 cabras), el ovino (algo más de 3.000 ovejas) y el porcino (casi 2.000 cerdos). También se contabilizaron vacas, conejos, camellos, caballos y burros. Todas las categorías se han multiplicado en los últimos treinta años en paralelo con el crecimiento de la población y el aumento del consumo de carnes y productos derivados de la ganadería. Todas menos la cunícola, que se ha reducido extraordinariamente y ha pasado de 7.700 cabezas de conejos censadas en 1987 a menos de 400 hace dos años.

Formación media o universitaria: menos del 1 por ciento

Reducir extraordinariamente el consumo de carne, o eliminarla de la dieta, parece una exigencia de este tiempo y de la contención del calentamiento global y el cambio climático, además de las razones éticas subyacentes. Mientras tanto, parece que se vislumbra en el horizonte abandonar la gran industria ganadera y recuperar el concepto tradicional  de granja. Pero, ¿cuál es la capacidad de adaptación del subsector ganadero a un posible nuevo escenario? No hace mucho, se realizó una encuesta que arrojó algunas claves, ente ellas, que la cuarta parte de los ganaderos no conocen la ganadería ecológica, aunque el 40 por ciento de ellos se muestra interesado en recibir formación sobre estos aspectos.

Más datos que se desprenden de la encuesta. Aproximadamente el 70 por ciento de los ganaderos encuestados no tienen formación específica en la actividad, mientras que la formación media o universitaria supone menos del 1 por ciento del total. Seis de cada diez explotaciones ganaderas disponen de suministro eléctrico en sus instalaciones, de las cuales sólo el 8 por ciento utiliza energías renovables. Entre los distintos tipos de nutrición que los productores locales utilizan para el ganado, destaca la alimentación con millo y el aprovechamiento de los restos de la agricultura. El 95 por ciento reutiliza el estiércol de su ganado para la agricultura, mientras que un 1,5 por ciento lo destina a la venta.

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