ARRECIFE

San Juan, Brasil, El Aguaresío… los aromas marineros de Arrecife

Calle Brasil.
Calle Brasil.

Las calles traseras de la Iglesia de San Ginés evocan un espacio y unas vivencias claramente marineras que el progreso se llevó consigo

San Juan, Brasil, El Aguaresío… los aromas marineros de Arrecife

Arrecife trata de aferrarse a su estampa marinera y porteña. Puerto antes que ciudad, alrededor del mar cimentó su ser y su estar, hasta que la descolonización del Sáhara produjo una brutal reconversión industrial. El cierre se llevó por delante la flota sardinal con base en la bahía de Naos y las fábricas en tierra dedicadas a la transformación de pescado y, como consecuencia de ello, se diluyó rápidamente el imaginario marinero y porteño.

La calle de San Juan, en la trasera de la Iglesia de San Ginés, y su prolongación por el callejón de Luis Hernández Fuentes El Aguaresío es un rincón lleno de tipismo, seguramente de los más fotografiados de la ciudad. Entre otras razones, porque sigue siendo un espacio real habitado por personas reales. Es el testimonio más fiel de cómo fueron los orígenes urbanísticos de Arrecife como ciudad marinera.

Alguna ventana formó parte de un barco en su día…

Esta zona se identifica con el núcleo originario de la ciudad, conformado por las calles San Juan y el citado callejón de El Aguaresío, las calles Brasil, Liebre, Guatifay y El Saturnino, el callejoncito que conecta esta última con el Charco, y, por último, el pasaje Fotógrafo Gabriel Fernández. Dicho de otro modo, las vías traseras de la Iglesia de San Ginés.

El Aguaresío corona este espacio, una pequeña calle laberíntica definida por las fachadas que indican las diferencias vecinales. Muy posiblemente, alguna ventana formó parte de un barco en su día y, tras el desguace, pudo ser reciclada. Quizá por eso llama tanto la atención el callejón de El Aguaresío y sus alrededores, porque rememoran un espacio y unas vivencias claramente marineras que el progreso se llevó consigo.

Rincón del Aguaresío.
Rincón de El Aguaresío.

El Aguaresío, un peculiar microclima

En El Aguaresío se ha creado un peculiar microclima gracias a la sombra que aporta el ficus benjamina, que ocupa un lugar central, así como una abundante vegetación a resguardo del azote de los vientos. Calles estrechas y quebradas serpentean entre un verdadero catálogo de arquitectura popular, creado por los primeros pescadores que se arremolinaron en el litoral más cercano.

Lo habitual es esta zona era la presencia de dos frentes en las viviendas: la fachada principal hacia la calle y la trasera hacia El Charco. Tapias de patios o espacios de servicio, cerrados al mar, ofrecían la apertura puntual de puertas para favorecer el embarque y desembarque o el depósito de aparejos. De espaldas al mar.

La transformación del borde del Charco

Con la transformación del borde del Charco y la evolución de su orilla, este tramo ha dejado de ser la trasera de las casas para abrirse a una ribera cada vez más transitada, un paseo marítimo singular dentro del entramado urbano actual. Poco les queda a las tapias de las escasas viviendas abandonadas y en mal estado que aún existen para reconvertirse en un nuevo frente de ribera, constituido por negocios comerciales, hogares o viviendas vacacionales.

No obstante, el paisaje urbano conformado por el sistema de calles ubicado entre la Iglesia de San Ginés y la orilla meridional del Charco, vinculado a la tradición marítimo-pesquera y portuaria de la ciudad, tiene claro su futuro, que no puede ser otro que la peatonalización y eliminación del aparcamiento y estacionamiento de vehículos y la reparación del espantoso daño que ocasionan los tendidos aéreos en los frontis de los edificios.

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