NATURALEZA
Aleteo de la pardela, una caza furtiva a erradicar sin amparo de la tradición

En octubre y noviembre se produce el aleteo de las pardelas, el momento en el que las crías se echan a volar, y todavía son cazadas en esta fase vulnerable de sus vidas.
La pardela cenicienta (Calonectris diomedea) es el ave marina más amenazada del Archipiélago canario por la contaminación de plásticos, ya que lo consumen al confundirlo con comida debido a los colores llamativos que éstos desprenden y a la asociación de estos materiales con el olor al alimento. Eso es así hoy día, porque, antiguamente, el peligro procedía de los humanos que las cazaban por su grasa o para poder subsistir en épocas de hambrunas. Más recientemente, quienes las cazan apelan a una supuesta tradición, evidentemente malentendida.
En los meses de octubre y noviembre se produce el aleteo de las pardelas, el momento en el que las crías se echan a volar. Torpes y desconcertados por la luces de los núcleos de población cercanos al iniciar el vuelo, los pollos todavía son cazados en esta fase extremadamente vulnerable de sus vidas. Pero, antes de aventurarse en el mar, debieron superar otra dura prueba: que los pardeleros no consiguieran embicherarlos en sus nidos dentro de cuevas o túneles naturales, agujeros y grietas, situados por lo general en los acantilados costeros.
La caza de la pardela se prohibió en 1988 y se considera delito en el Código Penal
Un bichero es un asta de diferentes tamaños, con un gancho en un extremo, que usan los pescadores para diversos fines, como ensartar el pescado grande desde la borda, pulpear o enganchar cabos y nasas. Pero hay otra modalidad de caza de aquella incomprensible ‘tradición’. Hace escasas fechas, agentes del Grupo de Intervención Rápida y del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) detuvieron a tres personas, entre ellos un menor de edad, al ser sorprendidos in fraganti cazando pardelas cenicientas en la zona del Charco del Palo con la ayuda de un hurón.
La caza de la pardela se prohibió en 1988, estableciéndose una indemnización por la tenencia ilegal o la comercialización de pardela cenicienta en 600 euros cada ejemplar. Su caza está declarada delito en el Código Penal y se sanciona con entre cuatro y ocho meses de cárcel, además de la inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de caza por tiempo de tres a ocho años. Pero, desde entonces, aún hay gente que la captura en el litoral de Lanzarote o se desplaza al Archipiélago Chinijo con idéntico fin.
El vuelo de la pardela es a baja altura, muy rápido, y parece que surfea la olas
Aunque silenciosa en mar abierto, la pardela cenicienta es extremadamente ruidosa cuando regresa a la colonia de cría al caer el día o de noche, cuando emite lúgubres y sobrecogedores sonidos nasales y lastimeros. El vuelo de la pardela cenicienta es, por lo general, de poca altura, sorprendentemente rápido, y más bien parece que surfea la olas. Intercala largas secuencias de planeo con cortas secuencias de aleteo para remontar y, ayudada por vientos suaves, vuela muy bien.
La cenicienta es un ave marina grande y la mayor de las pardelas presentes en el ámbito de la Unión Europea. Exhibe una coloración apagada, con colores pardo-grisáceos en las zonas superiores que llegan hasta la zona inferior del pico. Por abajo luce color blanco prácticamente en su totalidad, salvo en el borde externo de las alas, que es oscuro. Tiene el pico amarillento, con el extremo negruzco.