CRISIS SANITARIA
Los 1.950 bares de Lanzarote tachan los días que faltan para volver a abrir

No hay nada que se compare con un bar, ni siquiera un lugar de culto; y mucho menos el diván de la consulta de un psiquiatra.
El fin del confinamiento se aproxima. Saldremos a la calle de forma escalonada y con restricciones y, al cabo, unos disfrutarán de los paseos en las calles, otros se tumbarán en las playas ahora casi desiertas y unos cuantos se apostarán en las puertas de sus bares favoritos aguardando a que llegue la parroquia habitual para enzarzarse en una de las grandes pasiones masculinas locales: discutir a viva voz por el mero gusto de llevar la contraria.
Antes de que se decretara el Estado de Alarma y el cierre de las actividades empresariales no esenciales había 1.950 bares en Lanzarote, además de 1.049 restaurantes. Son datos del año pasado. Vienen a ser más de la mitad de los negocios existentes y la mayoría reabrirán desde que puedan. Por un lado, generan actividad económica y empleo y, de otro, son lugares de encuentro y de relación social que explican una parte de lo que somos y sin los cuales no se entiende del todo nuestro pozo cultural.
Hay de todo en los 535 bares que hay en Arrecife y en los 34 de Tinajo
Los bares, qué lugares / tan gratos para conversar. / No hay como el calor / del amor en un bar. Este estribillo de la canción Al calor del amor en un bar, de Gabinete Caligari, abunda en lo antedicho. Además de un buen ramillete de éxitos literarios, cinematográficos o televisivos, el cancionero registra decenas de tema referidos a los bares que han brillado en las listas de éxitos, como Y nos dieron la diez, de Joaquín Sabina; Quiero beber hasta perder el control, de Los Rebeldes; Amores de barra, de Ella baila sola; El hombre del piano, de Ana Belén; La última copa, de Carlos Gardel: o Clavado en un bar, de Maná.
No hay nada que se compare con un bar, ni siquiera un lugar de culto; y mucho menos el diván de la consulta de un psiquiatra. Curioso para un local que despacha bebidas que suelen tomarse de pie, ante el mostrador, o, para su versión más refinada, la cafetería, donde se despacha café y otras bebidas, y donde a veces se sirven aperitivos y comidas. En medio, sobrevive una peculiar oferta integrada por bochinches —tiendas de carácter popular donde se sirven comidas típicas y vino del país—, tabernas, cantinas, tascas, garitos, antros… Hay de todo en los 535 bares que hay en Arrecife y en los 34 de Tinajo.
La densidad de bares de Lanzarote dobla a la del Estado
España es el país con más densidad de bares del mundo, a razón de uno por cada 175 habitantes. Hay más bares que en Irlanda, Dinamarca, Finlandia y Noruega juntas. Pero esa ratio se queda en casi nada al lado de Lanzarote, donde la densidad es del doble: toca a uno por cada 80 residentes. La cifra se relaja si contabilizamos el número de turistas promedio, unos 60.000 o 70.000. Pero eso era antes de la pandemia. Los situados en las zonas turísticas tardarán más en abrir sus puertas, aunque antes o después todos acabarán ejerciendo su función de lugar de encuentro y desconexión, punto de información y hasta remedo recreativo de centro socio-cultural.
Hay un dicho que apunta que cuantos más bares, más vida social, y viceversa, pero no se puede obviar la relación directa que existe entre el número de bares y el consumo de alcohol. El consumo de alcohol por persona en España es superior a la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con un consumo medio de casi 10 litros. Hablar, contarse las penas y las alegrías, discutir de fútbol y política son algunas de las funciones sociales de los bares, sin desdeñar que tradicionalmente han estado muy vinculados a la creación artística y al mundo cultural. Pero todos tienen en algo en común, todos los feligreses llaman por su nombre a los camareros de su bar favorito.
Cuando reabran los bares
La pandemia cerró los colegios y tras ellos los bares bajaron las persianas. Muchos establecimientos podrían no reabrir cuando se levanten las restricciones, porque no habrán podido sobrevivir. La Covid-19 también se habrá llevado por delante miles empleos en el sector que no se van a recuperar corto plazo.
Sólo la hostelería agrupa más de 300.000 establecimientos y da empleo a 1,7 millones de personas en el país. Más de la mitad son del tipo café-bar independiente, es decir, bares de toda la vida con un clientela fija que llama por su nombre de pila al dueño del negocio y a los camareros.
Según los datos de la patronal del sector, tras la salida de la crisis podría no reabrir el 15% de los establecimientos. Unos ahogados por las deudas, y otros incapaces de mantener la distancia social que se exigirá cuando la población vuelva a salir a la calle y a acudir a los bares.