Las distorsiones de las subvenciones al transporte de mercancías
El industrial conejero ante la competencia desleal
Las subvenciones al transporte de mercancías desde Europa a Canarias, así como el interinsular, ahogan a las empresas industriales radicadas en alguna de las cinco islas menos pobladas.
A veces, las medidas gubernamentales producen efectos contrarios a los perseguidos. Sucede con las ayudas al transporte de mercancías en la Islas. Las subvenciones al transporte de mercancías desde Europa a Canarias y entre las islas contribuyen sólo al desarrollo de las empresas industriales de Gran Canaria y Tenerife. Y, por el contrario, estas subvenciones ahogan y condenan a la desaparición a las empresas industriales radicadas en alguna de las cinco islas menos pobladas del Archipiélago.
Parece una contradicción, pero es así. Las compensaciones al transporte de mercancías son un instrumento al servicio de los objetivos de desarrollo de los sectores productivos canarios. En teoría, deberían contribuir a la diversificación y desarrollo de la economía regional, así como a la vertebración del mercado interinsular en el sistema económico estatal y europeo. Y lo logran, pero sólo en parte: únicamente en lo que se refiere a las dos islas más habitadas, pero no para las empresas industriales ubicadas en las restantes islas.
Desde 2017 se subvenciona el 100% del transporte de mercancías
Los costes de transporte de mercancías desde Europa a Canarias y entre islas gozan de una subvención que, tradicionalmente, cubría una parte muy importante del total de gastos. Así, en el año 2011, las subvenciones reales alcanzaron el 30 por ciento del coste total de flete, aduanas, seguros, etc. Pero, tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2017, la subvención pasó de cubrir una media del 50 por ciento del coste para alcanzar el 100 por cien.
Por lo tanto, desde el año pasado, el transporte de mercancías entre las islas de Canarias se realiza sin coste alguno para las empresas. Esta medida, buena en apariencia, es nefasta para las empresas industriales que sufren el doble coste de la insularidad y que son Lanzarote, Fuerteventura, La Palma, La Gomera y El Hierro. También La Graciosa, afectada por un triple coste de la insularidad. Esto es así porque las empresas industriales que operan en estas islas no pueden competir con las de Gran Canaria y Tenerife debido al doble coste de la insularidad, las economías de escala y los costes infinitos que soportan.
Las ‘autopistas entre las islas’ sólo allana el transporte desde las dos más habitadas a las restantes
Por lo antedicho, el insólito invento de las ‘autopistas entre las islas’ mediante subvención al transporte de mercancías en realidad allana el terreno para transportar los productos desde las dos islas más habitadas a las menos pobladas. En el sentido contrario, crea una cuesta muy empinada para transportar las manufacturas desde estas últimas hacia Gran Canaria y Tenerife. Basta con ojear el listado para constatar que prácticamente no hay solicitudes de subvenciones al transporte en el trayecto desde las islas menos pobladas a la capital de su provincia, sino al contrario.
Una empresa industrial lanzaroteña sólo puede vender sus productos en Lanzarote, puesto que no puede acceder a otros mercados por lo ya expuesto. Esta empresa soporta unos costes de distribución en la propia isla que no tienen una empresa industrial grancanaria, ya que los cubre la subvención al transporte. Este ejemplo de acceso al mercado lanzaroteño mediante subvenciones es, en el fondo y en la forma, una grave distorsión que ocasiona competencia desleal y aboca a la extinción a las industrias conejeras.
Quizá debería subvencionarse únicamente el transporte desde las islas menos pobladas hacia las dos más habitadas
¿Cómo se podría corregir esta distorsión? Quizá debería subvencionarse únicamente el transporte desde las islas menos pobladas hacia las dos más habitadas. Con ello se podría mantener el equilibrio económico interinsular y garantizar la libre competencia, y evitar así la desaparición de la industria de las islas menos habitadas.
Parece fácil, pero no es así mientras no cambie la mentalidad en ciertos ámbitos de poder. Por ejemplo, en la todopoderosa Asociación Industrial de Canarias, Asinca. Su objetivo principal es “la representación y defensa de los intereses del sector industrial, para que la industria sea un sector competitivo y de futuro para las Islas Canarias”, pero en realidad se refiere sólo a Gran Canaria y Tenerife. Y ello aunque en 2015, y para quedar bien, solicitó “el establecimiento de una línea específica de apoyo a las industrias de las islas son capitalinas”, y propuso una ayuda de entre 10 y 30 €/tonelada para las materias primas agroindustriales para los productos de panadería.
Estas distorsiones no forman parte de las preocupaciones de 30 diputados regionales
La concepción de competencia desleal que anida en las mentes de Asinca podría resumirse en el caso del Centro Agroganadero de Los Coralillos, en Agüimes. En 2011, Asinca denunció ante Servicio Canario de Defensa de la Competencia la instalación, por parte del Cabildo de Gran Canaria, de una fábrica para la producción de mezclas de harinas y forraje para alimentación del ganado. El citado complejo es el más grande de sus características en el Archipiélago y su capacidad de producción se estimaba en unas 50 toneladas al día. En su construcción, que finalizó en 2011, se invirtieron 1,5 millones de euros. Tras la denuncia de Asinca, el proyecto se paralizó.
Esto es lo que hay, ya que estas distorsiones no forman parte de las preocupaciones de los 30 diputados regionales elegidos por las cinco islas menos habitadas. De las patronales conejeras mejor ni hablamos: están ‘en otra clave’.
El mal de los costes infinitos
La presencia de los costes infinitos expresa que la situación periférica y la doble insularidad generan costes insalvables que impiden el desarrollo de actividades y provocan la desaparición de empresas. Los costes infinitos, en definitiva, reducen el volumen de negocio y el crecimiento potencial de la economía que lo soporta, que no puede realizar economías de escala e inversiones estratégicas y de modernización.
La existencia de costes de ultra periferia en Canarias afecta de forma especial a las empresas industriales, a las microempresas y a las empresas situadas en las islas menos pobladas, por lo que encuentran muy limitadas las posibilidades de expansión.