Los pescadores submarinos se sienten agraviados

Los pescadores submarinos de Lanzarote, en particular, y de Canarias, en general, siguen alzando la voz para que se revise la normativa que sólo les permite pescar en una quinta parte de nuestras aguas.
Se calcula que Canarias tiene en la actualidad en torno a las seis mil licencias de pesca submarina. Se trata de una actividad que permite el mismo número de pescado que la recreativa, es decir, cinco kilos de pescado por persona y día, pero que tiene unas limitaciones añadidas: el espacio donde se les permite practicar el deporte. En el caso de Lanzarote son tres lugares: entre Punta Jurado y Punta de La Gaviota, en la costa de Timanfaya, para entendernos; entre Punta Tiñosa y Punta Papagayo y en el espacio que comprende Punta Pasito y Punta Tierra Negra, en el norte.
Bruno Cabrera, practicante de pesca submarina y miembro de la Asociación Canaria de Pescadores Submarinos Responsables (ACPESUR), se queja de que la costa de Timanfaya “es peligrosa” y “en las otras dos hay poco pescado”. Pero el problema de fondo no es ese. El caso, cuenta Bruno, es que “nos regimos por una normativa de 1986 que fue revisada en 2007” y en ambos casos se llegó a la conclusión a la que se llegó, o sea, limitar la pesca a un 20% del total del litoral, “sin ninguna base científica o estudio que lo sustente”
A mediados de los ochenta se restringió la actividad “como consecuencia de la pérdida del banco canario-sahariano y la necesidad de permitir más a los afectados”. Pero eso pasó a la historia y todo sigue igual. Por ello ahora piden que se eliminen las limitaciones. “Queremos que nos dejen en las mismas condiciones que la pesca recreativa, que sólo tiene vedado el espacio de las Reservas”. Entiende Bruno que la pesca submarina “es más sostenible, no tiene un impacto negativo y, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) es la menos dañina de las pescas”.
Este colectivo que agrupa a los pescadores submarinos de Canarias “no sólo lucha contra la ilegalidad de las zonas autorizadas, sino que aboga por una pesca sostenible”, promoviendo el aumento de las tallas mínimas, la creación de auténticas reservas, totalmente vedadas para promover el crecimiento de la biomasa marina y que puedan repoblar los cotos de pesca, la creación de zonas de interés de buceo donde no se pueda pescar y se pueda coexistir con el turismo y los negocios dedicados al sector y una veda para especies en freza.