Luis Morales, galardonado con la Medalla de Oro del Cabildo
La primera Institución insular considera "fundamental" la labor de Morales Padrón, quien posee una "contrastada, respetada y sólida trayectoria profesional".
Luis Morales Padrón, encargado general de obras del Cabildo entre 1960 y 1997, ha sido galardonado con la Medalla de Oro del Cabildo de Lanzarote por un acuerdo adoptado en el pleno de carácter extraordinario celebrado este viernes 28 de julio.
Luis Morales Padrón
Con 14 años, empezó a trabajar de aprendiz en el Ayuntamiento de Arrecife bajo la tutela de su padre, maestro Manuel Morales Martín, quien, durante décadas, fue el encargado de mantenimiento en la institución. De la mano de maestro Manuel descubre todos los secretos de la construcción. En 1950, entra en contacto por primera vez con César Manrique, a quien la ciudad le encarga el adecentamiento de la Plaza de Las Palmas, situada delante de la Iglesia de San Ginés.Luis fue la primera persona en la que pensó José Ramírez para crear un nuevo equipo humano en el gobierno insular, a cuya Presidencia accede a principios de 1960. Luis tenía entonces 27 años de edad y respondió plenamente a la confianza en él depositada, siendo un leal colaborador de Ramírez y un intérprete y ejecutor único de las ideas de César Manrique.
A lo largo de la década de los sesenta se acometen diversas obras clave, como el acondicionamiento del campo de aviación (1962), la apertura al público de dos kilómetros de la Cueva de los Verdes (1964), la apertura del Jameo Chico en los Jameos del Agua (1966), la Ciudad Deportiva de Lanzarote (1968) y la conclusión de las reformas de los caminos vecinales (1969). Pero hay que destacar, sobremanera, la adjudicación al Cabildo de la ejecución de la pista afirmada en el aeropuerto (1964), cuya finalización vino a consolidar la red de comunicaciones con el exterior.
En la década siguiente, bajo la dirección artística de Manrique y con Luis Morales como jefe de obras, el Cabildo se embarca en un período de gran actividad. Así, se crea el Restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego (1970); el Mirador del Río (1973); se restaura el Castillo de San José acondicionándose para albergar el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (1976); se inician las obras del Auditorio de los Jameos del Agua (1976) y comienzan las obras en el Jardín de Cactus (1977), inaugurado en 1990.
Su competencia y solidez profesional le permitió abordar a la vez varias obras, a cada cual más compleja, planificar el trabajo, controlar las actividades y la calidad, y dar instrucciones ayudando a resolver problemas, dejando trabajar a menos que se necesitase ayuda y apreciando la tarea bien hecha. Todos los que lo han conocido destacan su profesionalidad, nobleza y gran sentido de la lealtad.