CÉSAR MANRIQUE. 100 AÑOS DE VIDA
‘¡Salvemos la isla de Lanzarote!’, la vigencia de la palabra de Manrique

El manifiesto lo escribió en un período de fuerte crecimiento urbanístico en la isla pero, más de treinta años después, su validez es incuestionable.
En 1986, preocupado por el acelerado deterioro de la isla en aquella época, César Manrique publicó un manifiesto titulado ¡Salvemos la isla de Lanzarote! Aquel grito de socorro revelaba a un César comprometido y activista que acudió a los medios de comunicación, por enésima vez, en defensa del medio ambiente, la vida y el territorio de Canarias. El manifiesto lo escribió en un período de fuerte crecimiento urbanístico en la isla pero, más de treinta años después, su vigencia es incuestionable.
El manifiesto ha sido editado por la Fundación César Manrique en el marco de la exposición: César Manrique, palabra y compromiso: Al poder se le incomoda. Esta exposición aborda la dimensión activista de César Manrique, su perfil más social y político. Es la voz crítica de una conciencia alarmada en defensa del territorio de Lanzarote y de las Islas, a través de sus declaraciones y reivindicaciones planteadas en los medios de comunicación. Muestra un artista concernido por su entorno, abrazado a la naturaleza y al patrimonio del lugar en el que nació; una palabra en carne viva, clara, directa, rebosante de conciencia y de desasosiego.
“¿Sabes, Lanzarote, lo que puede significar tu muerte?”
César Manrique reacciona contra la destrucción y la masificación turística de Lanzarote, critica la especulación, la política insensible entregada al dinero, el incremento del parque automovilístico, la construcción de grandes hoteles, los atentados paisajísticos, las extracciones de áridos… He aquí algunos de los fragmentos del manifiesto ¡Salvemos la isla de Lanzarote!:
“¿Sabes, Lanzarote, lo que puede significar tu muerte? Si te mueres, será ya para siempre, siendo imposible recuperar tu vida”.
“El enorme éxito de Lanzarote ha sido claro y transparente, debido al nivel de estilo y limpieza de lo que se ha realizado. Ante este evidente hecho de riqueza, lo lógico y elemental sería seguir la línea marcada para continuar enriqueciendo la vida en la isla, su progresión cultural y bienestar social, alcanzando un alto nivel de vida-cultura”.
“Lanzarote es una isla pequeña, con una escasa capacidad”
“Pero ante la panorámica de un desbordante egoísmo destructivo que se cierne sobre la isla por parte de especuladores estúpidos y brutales (…) nosotros, los nacidos en tu tierra; los que sabemos de tu magia, de tu sabiduría, de tu importante vulcanología, de tu revolucionaria estética; los que hemos luchado por salvarte de tu sometido olvido histórico y de la pobreza que siempre tuviste, hoy empezamos a temblar de miedo al observar cómo te destruyen y masifican. Nos damos cuenta de la impotencia de nuestras denuncias y gritos de socorro ante la avaricia histérica de los especuladores y la falta de decisión de las autoridades, que permiten, y a veces estimulan, la destrucción irreversible de una isla que podría ser una de las de mayor prestigio y belleza de este planeta”.
“Se está borrando con paso imparable aquel espacio lleno de serenidad y atractivo, invadiéndolo y congestionándolo a un ritmo que puede destrozar, en muy poco tiempo, su luminoso futuro, dejando escapar la oportunidad histórica de algo tan enormemente difícil y caro como es conseguir la imagen y prestigio que hoy tiene”.
“Lanzarote es una isla pequeña, con una escasa capacidad y un tamaño que permite un número determinado de habitantes. Si realmente queremos tener una isla con el espacio vital para su desarrollo armónico, una inteligente planificación tendría que parar urgentemente la irracionalidad de su caótico crecimiento”.
“Ya, en esta fecha [1986], Lanzarote está tocando techo, desbordada en el número de automóviles y turistas, traspasando el umbral de la inquietud y la protesta de muchos visitantes, que se encuentran defraudados ante una imagen que hoy ya no corresponde a lo que se les muestra en sus países de origen”.
“Quiero hacer constar mi denuncia ante el caos urbanístico y las barbaries arquitectónicas que se están cometiendo”
“Ahora resulta que, después de preparar con tantos sacrificios irrepetibles una serie de atractivos únicos en el mundo y de colocar la isla en un pedestal de prestigio, aparecen como buitres una colección variopinta, cada día más numerosa, de especuladores que llegan a límites insospechados de inmoralidad, con un nervioso histerismo especulativo ante la papa dulce que supone tener la ganga servida gratuitamente en bandeja de oro debido a todos los valores realizados con gran imaginación y trabajo de los lanzaroteños”.
“Se están sumando alarmantemente demasiadas torpezas, debidas a la ausencia elemental de visión de futuro, congestionando y desbordando el precio del centímetro cuadrado de nuestra tierra, sin crear espacios naturales, plazas, jardines o parques, que puedan darle a la vida un mayor valor, sin destruir el prestigio, que sería la única mina inagotable, para siempre”.
“No permitamos que el afán de lucro y las malas intenciones de los especuladores hagan de nuestro entorno un infierno estándar y masificado, que destroce nuestro brillante futuro”.
“Tenemos la esperanza de que, con el esfuerzo de las autoridades y de los canarios de buena voluntad, podamos salvar la supervivencia de una isla única y del resto de las Islas Canarias”.
“Con esta fecha que hoy anoto quiero hacer constar mi denuncia ante el caos urbanístico y las barbaries arquitectónicas que se están cometiendo, quiero dejar clara mi actitud y mi conducta con respecto a lo realizado por los lanzaroteños y todo lo creado por mí en la isla, sin que se pueda pensar en una posible indolencia”.