SEMBLANZA
El dilecto doctor José Molina Orosa y el Hospital Insular de Lanzarote

Misionero de la medicina y la salud, fue reconocido por sus buenas obras, que prodigó con generosidad: durante toda su vida no hizo otra cosa más que curar.
La obra más bella del Doctor José Molina Orosa (1883-1966) se convirtió en un modélico Hospital Geriátrico y Residencia de Ancianos, un orgullo de la salud pública insular gestionado durante décadas por el Cabildo de Lanzarote y que cumple ahora su segundo año adscrito al Servicio Canario de Salud (SCS). El 27 de diciembre de 2017, se formalizó el Convenio entre la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias y el Cabildo por el que se integra en el SCS el Hospital Insular de Lanzarote y los servicios sanitarios que en el mismo se prestan. Ayer hizo dos años.
Fue despedido al morir con la admiración y la aclamación de la isla entera
En enero de 1966 falleció el médico José Molina Orosa, fundador del Hospital Insular. Tenía 82 años y durante toda su vida no hizo otra cosa que curar; por eso fue despedido con la admiración y la aclamación de la isla entera. Hijo Predilecto de Lanzarote, de él todavía se recuerda su gran humanidad. Misionero de la medicina y la salud, fue reconocido por sus buenas obras, que prodigó con generosidad. Se le recuerda en una escultura realizada por Pancho Lasso y hoy ubicada en la calle Fajardo esquina con Manolo Millares, en el Hospital General que lleva su nombre y en su obra más sólida: el Hospital Insular.
Cuando José Molina Orosa concluye sus estudios de medicina y regresa a su tierra, a principios del siglo XX, se encuentra con una isla hostigada por las enfermedades infecciosas, con una estructura sanitaria muy deficiente y sin médicos, un caldo de cultivo perfecto para curanderos y milagreros. Los callejones de Arrecife eran retretes públicos, los alrededores del Charco eran un sumidero y la misma lámina de agua una cloaca. Pudo elegir otro destino profesional, pero prefirió la pobre e insalubre Lanzarote.
El Hospital Insular fue inaugurado en 1950
¿Qué anidaba en su alma que lo llevó a entregarse incondicionalmente a todos los lanzaroteños durante su vida entera y sin tener en cuenta los honorarios? Quizá en el juramento hipocrático clásico esté la respuesta, aquel que sellan los médicos al graduarse y que contiene un alto contenido ético que orienta al galeno en la práctica de su oficio: “Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia”, “En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos”, “Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza”…
Inocencia y pureza frente al hambre, la sed y la miseria. En 1916 ya ejerce como director del Hospital de Nuestra Señora de Los Dolores, donde trabajaba como médico honorario, y desde el primer momento no escatima esfuerzos para conseguir que la isla cuente con unas instalaciones sanitarias dignas. Después de una larga espera, la construcción del Hospital Insular obedece a la tenacidad de José Molina Orosa. El primer proyecto del edificio data de 1944 y finalmente fue inaugurado en 1950, significando un enorme impulso en la situación médica y sanitaria de la isla, que hasta entonces era penosa.
José Molina fue el primer director de la Escuela de Arte Pancho Lasso (1913)
La nueva infraestructura sanitaria conseguida para Lanzarote se alza sobre una parcela de 12.500 metros cuadrados que entonces se encontraba en las afueras del núcleo urbano. Su arquitectura responde al llamado Mando Económico que caracterizó los primeros años de autarquía de la dictadura franquista, y su acceso principal está porticado, de donde parte una balaustrada que recorre el frontis. En el lateral izquierdo está la capilla católica y el tanatorio. Sin embargo, el insigne médico acabaría por dar su nombre el Hospital General de Lanzarote de una forma justa y merecida.
Hay dos elementos más con los que se recuerda al Dr. José Molina. En 1958 la Unidad de Larga Estancia del Hospital toma su nombre y pocos meses después de su muerte se inaugura un monumento en la plaza de entrada al Hospital con la leyenda: “Lanzarote a don José Molina Orosa. 1883-1966”. La pieza lleva la firma de César Manrique y la plaza la ejecuta Luis Morales Padrón, el encargado general del Cabildo en aquella época.
La Escuela de Arte Pancho Lasso recuerda a su primer director (1913) y la Sociedad Democracia a unos de sus presidentes (1914), ambas instituciones de clara raíz masónica, y, a pesar del tiempo transcurrido, aún resuenan por todos los rincones Lanzarote el eco de la ingente obra humana del médico José Molina Orosa.
José Molina, luz en tiniebla
La Fundación César Manrique publicó el libro José Molina Orosa. Luz en tiniebla, del periodista Gregorio Cabrera, dentro de la Colección ‘Islas de memoria’. Molina Orosa fue la luz en la tiniebla del Lanzarote de la primera mitad del siglo XX. “Un lugar terrorífico con una mortalidad africana —según señaló Cabrera en la presentación del libro, en 2009— que sonaba a tos, a llanto y a entierritos”.
En ese contexto irrumpe José Molina. “Nadie que tocó a su puerta se quedó sin ser atendido”, dijo Cabrera. El doctor no sólo logra cambiar, según su biógrafo, la oscuridad, sino también los sonidos de Arrecife ya que lleva “una melodía de esperanza” a los pobres, convertida en metáfora por el ruido de su bastón (con tres años sufrió la polio), sus pasos en la escalera para abrir la puerta a los enfermos o el run run del motor de su fotingo cuando acudía a una consulta.
José Molina dedicó más de la mitad de su vida a poner en marcha el Hospital Insular. Empezó con ese afán en 1910 y finalmente se abrió en 1950. Alejado de toda vanidad, no acudió a la inauguración. Molina estuvo a punto de ser el primer presidente del Cabildo en 1913, pero perdió por un voto. Como médico, “no sólo destacó por su humanidad, por tratar a todos los pacientes como seres humanos”, sino también por su ojo clínico, en una época y lugar donde era muy difícil acceder a pruebas diagnósticas. El doctor también cultivó una faceta artística, como poeta.