Opinión

Frescura de la sociedad implicada

Coloquio ‘Gobierno Abierto y Participación: presente y futuro de la cogestión local’ en Yaiza
Coloquio ‘Gobierno Abierto y Participación: presente y futuro de la cogestión local’ en Yaiza
Frescura de la sociedad implicada

Bienvenida sea la participación ciudadana efectiva. Esta semana tuve dos experiencias reconfortantes relacionadas con la vinculación de los ciudadanos para sumar a la gestión pública. Saludo cualquier iniciativa de instituciones públicas dirigida a abrir sus puertas a la sociedad y recibir propuestas de ella que redunden en el bienestar común, y más aún, si están acompañadas de convicción,  confianza, formación, información y presupuesto. La sola voluntad es insuficiente.

Por un lado, recibí una encuesta vía correo electrónico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, que me consta también ha llegado a otras personas inscritas en el Consulado de Colombia en Canarias, como seguramente a la base de datos  de colombianos residentes por el mundo, para sondear las percepciones, preferencias, competencias y realidades que tenemos los colombianos que vivimos fuera del país sobre la participación política y ciudadana.

La investigación, con preguntas abiertas y cerradas que cuesta 10 minutos responder,  no solo indaga sobre temas que nos interesaría se atiendan y debatan en un amplio espacio de diálogo de interconexión mundial, temas como salud, educación, economía o cultura, entre otros, sino que también pregunta si estaríamos dispuestos a ser actores del proyecto como representantes del territorio que nos acoge y el porqué de nuestro interés.

Es prematuro  vaticinar el recorrido de esta experiencia “vital”, pero sí que es alentadora la propuesta participativa que el Gobierno presidido por Gustavo Petro denomina “fortalecimiento de la oferta institucional para los colombianos en el exterior y sus comunidades diaspóricas”. La RAE define ‘diáspora’ como la “dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen”.

Ya en el ámbito más cercano y presencial, participé como moderador del coloquio ‘Gobierno abierto y participación: presente y futuro de la cogestión local’, organizado por el Ayuntamiento de Yaiza, mi municipio de adopción hace más de 20 años, en el marco del proyecto de Participación Ciudadana y Presupuestos Participativos. En Yaiza fueron elegidos en votación popular dos proyectos de bienestar común dotados de ficha financiera para su ejecución.

Interesante reflexionar sobre la experiencia municipal en este ámbito y sobre todo enriquecerla con las aportaciones de personas que trabajan en las administraciones públicas y otras que lo hacen en la academia, en este caso concreto, Juan Manuel Plasencia, gerente de la Universidad de La Laguna, y Arminda Álamo, directora académica del título de Experto Universitario en Gobernanza y Participación Ciudadana de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, dos profesionales con experiencia en procesos de participación ciudadana y aprendizaje en la comunidad universitaria pública de Canarias.

Dos horas sin parar de conversa dan para mucho, pero la primera conclusión es que la democracia no puede ser solo un ejercicio de depositar un voto cada cuatro años y dejar que los políticos lo resuelvan y lo decidan todo y que los votantes quedemos como simples espectadores de la gestión. La cogestión está llamada a implantarse de verdad como un ejercicio real de democracia participativa donde el ciudadano también decida  en qué se invierte parte del dinero público.

La sociedad actual está marcada por el individualismo y la preocupante decadencia de la identidad colectiva. Advertía, con muy buen tino la profesora Álamo, que llevamos ya una década de crisis de los movimientos asociativos, por lo que ahora más que nunca, en un contexto de incertidumbre permanente, se hace mucha más necesaria la participación real de los ciudadanos y la implicación de la frescura de la sociedad y, por supuesto, de las administraciones públicas, aunque sepamos que llevarla a cabo sea mucho más complejo. Hay altas dosis de apatía, hastío y desconfianza.

La institución Universidad dice presente. La U tiene que estar al servicio de la sociedad, en investigación, en formación técnica y humanística, pero también tiene que salir a la calle y comprometerse con los problemas sociales. 

Esta puntualización denota que la participación ciudadana ya no solo es asunto de asociaciones, es de ciudadanos que no pertenecen a ningún colectivo, es de colegios profesionales, es de universidades y es de otras entidades del sector privado capacitadas para proponer y ayudar a decidir. La participación ciudadana no es una “moda” o un “queda bien”, son caminos que conducen a tomas de decisiones que demandan voluntad política y presupuesto, insisto.

Mi amigo y docente universitario Nardy Ruiz, implicado en procesos participativos en Canarias y Latinoamérica, me apunta que además es esencial insistir en la formación metodológica para lograr implicar al pueblo en el análisis  y búsqueda de respuestas a problemas que les afectan, que vecinos y vecinas aprendan a investigar su realidad con acompañamiento técnico especializado, sin duda, otra herramienta que allana el camino de la participación ciudadana.

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