Cuando el odio se disfraza de estrategia

Hoy he sido objeto de un orquestado ataque público en diferentes medios de comunicación de la isla de Lanzarote por parte del concejal Don Jacobo Lemes Duarte, a través de un episodio que, lamentablemente, no me sorprende. Quién debería ser compañero en la política institucional de Lanzarote ha preferido recurrir al insulto y la provocación en lugar de al diálogo y la convivencia democrática.
No es la primera vez que el mencionado actúa con este tipo de actitud. Ya en su día, hace unos tres años, siendo compañeros en el gobierno de Arrecife y en la entrada de un prepleno, intentó agredirme físicamente.
En aquel momento, lo único que hice fue apartar sus manos y recordarle que la política y las frustraciones que cada uno podamos tener en la vida, no se resuelven por la fuerza.
En aquel momento , yo opté por el perdón, convencido de que la violencia ya sea física o verbal, sólo refleja la frustración de quien no encuentra argumentos.
Hoy, sin embargo, vuelve a reincidir, y no por casualidad. Justo cuando se consolida un nuevo grupo de gobierno en el Cabildo de Lanzarote, del que formo parte, precisamente para dar más estabilidad a lo que creo que a todas y todos no preocupa, Lanzarote.
El mencionado activa el ventilador del odio con un único objetivo: generar tensión interna en su propio partido de cara al próximo Congreso Insular de Coalición Canaria en nuestra isla.
Es una estrategia torpe, por dos razones, la primera porque para mi personalmente esto tiene cero interés, pero si creo que debo responder, la segunda porque solo con dicha acción debilita lo que dice defender y paradójicamente, refuerza mi determinación de construir una institución insular estable y centrada en resolver los problemas reales de Lanzarote.
Yo no busco el enfrentamiento, ni pierdo el tiempo en batallas personales. No creo en la política del insulto ni en la crispación como herramienta de influencia. Creo en el respeto, incluso hacia quienes lo pierden. Y creo firmemente que las personas que viven atrapadas en la agresividad necesitan, más que rechazo, compasión y ayuda. No por debilidad, sino por humanidad.
Lo único que me preocupa de todo esto es algo mucho más sencillo y al mismo tiempo más importante: la próxima semana y como consejero del área debo llamar al señor Lemes, en su calidad de concejal, para tratar asuntos vinculados al bienestar animal. Espero que, llegado ese momento, sea capaz de estar a la altura de los propios animales, que tantas veces nos dan ejemplo de tolerancia, nobleza y sentido común.
Porque si algo tengo claro es que mientras otros se empeñan en dividir, yo seguiré trabajando para unir y servir a Lanzarote.
Sin ruido, sin odio… y sin miedo.