Opinión

El nacionalismo útil

Un nacionalismo útil para los que vivimos en Canarias. Un nacionalismo comprometido con la defensa de nuestra cultura, de nuestra identidad y de nuestra idiosincrasia como pueblo diferenciado que somos. Un nacionalismo que tenga como una de sus banderas la defensa de los autónomos y de las pequeñas y medianas empresas canarias, implicado en favorecer el trabajo para los que se sientan canarios.

Un nacionalismo útil para Canarias es el que defiende la sostenibilidad de nuestras riquezas naturales para garantizar un espacio de bienestar a las nuevas generaciones de canarios, un proyecto político que abandere sin complejos la apuesta por controlar los desproporcionados crecimientos poblacionales en un territorio tan frágil y limitado como el de nuestras islas.

Un nacionalismo útil para Canarias que tenga presencia y fuerza en Bruselas y en Madrid para que se respeten los derechos fiscales y económicos de los que gozó nuestro Archipiélago desde la conquista por los castellanos, que se plante ante el Estado para exigir el reconocimiento de un Estatus Especial para nuestras islas, similar al que se contempla en el Tratado Final de la Unión Europea.

La utilidad de una fuerza nacionalista en Canarias se mide también por su fuerza para influir ante las instituciones del Estado para fortalecer nuestro autogobierno, la que influye para que seamos menos dependientes de decisiones que nos afectan sólo a nosotros para que no se toman con criterios continentales. En los puertos y aeropuertos, en las relaciones con los pueblos de nuestro entorno geográfico, en la representación ante las instituciones de Europa o en el control del mar que nos rodea las Administraciones canarias deberían tener la última palabra.

Un nacionalismo útil para Canarias no permitiría la desastrosa y lamentable gestión de la inmigración que están llevando a cabo el Gobierno de España y la Unión Europea. Ni en términos humanitarios, ni por la imagen de unas Islas ligadas económicamente al turismo, es aceptable lo que está sucediendo.

El nacionalismo canario surgido de la coalición de partidos nacionalistas en 1993 (Coalición Canaria) y de la fractura que se produjo en 2005 (Nueva Canarias) ha marcado un antes y un después en las relaciones Canarias-Estado. A pesar de algunos errores cometidos, el nacionalismo canario durante más de veinticinco años le ha dado voz y presencia a Canarias en el Estado y en la Unión Europea; su presencia en las Cortes Generales y en el Gobierno canario han sido sus principales instrumentos de influencia. Ahora, sin peso en Madrid y con una presencia muy limitada en el Ejecutivo autonómico, la visibilidad de su utilidad para la defensa de los intereses canarios puede irse diluyendo.

Con todo el respeto y la consideración para las organizaciones nacionalistas canarias que en su ideario plantean posiciones más radicales -en algunos casos rupturistas con el Estado Español- Canarias necesita de una gran fuerza nacionalista integradora que represente a una mayoría social como herramienta para avanzar en el autogobierno y, por lo tanto, hacia una menor dependencia de decisiones foráneas.

Hoy el nacionalismo canario está más cerca de la atomización que de un proceso serio de unidad o de otras fórmulas de colaboración y entendimiento para volver a ser verdaderamente útil a Canarias.

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