INDUSTRIA
Harinera Lanzaroteña, una empresa a punto de cumplir 65 años de vida

En 1955 comenzó la actividad de una de las industrias más señeras de la isla, Harinera Lanzaroteña, que afronta tiempos de incertidumbre.
Constituida en 1955 con un capital social de 1.500.000 pesetas de la época, con el paso de los años Harinera Lanzaroteña se hizo pronto un hueco en el sector de la fabricación de harinas. El año entrante cumple 65 años de vida y, después de una larga trayectoria, esta señera empresa afronta tiempos de incertidumbre. Estos vienen de la mano de unas políticas autonómicas que no han sabido dar respuesta a los problemas de las industrias radicadas en las islas no capitalinas.
La fábrica se edificó sobre lo que antiguamente se conocía como el barrio de la Florida, hoy calle Alegranza, en Arrecife, a raíz de la unión de las tres industrias molineras existentes entonces: la de Puerto Naos, propiedad de Antonio Márquez; la del Rincón, de Carmen Ramírez del Castillo; y la de Juan Betancort López. Poco después, en 1960, Harinera Lanzaroteña solicitó mejoras en sus instalaciones, pasando su capacidad teórica de trabajo de 5.000 a 8.000 kilogramos de trigo diarios, ascendiendo el capital a invertir a 4.400.000 pesetas.
La harina es un producto básico, muy sensible a pequeñas variaciones de precios
La actividad principal de la empresa es la importación y el procesamiento de productos de molinería para la obtención de harinas para el abastecimiento del mercado interno. La industria avanzó con paso firme en una época en la que la harina era un producto esencial en el Archipiélago. Pero, con el paso del tiempo, han aparecido nuevas complicaciones, como la llegada de nuevos competidores que operan a costes inferiores, sin desdeñar la presencia de nuevos productos muy vinculados a la evolución tecnológica.
Estos obstáculos impiden a la Harinera repercutir sus costes a los clientes, al ser la harina un producto de consumo básico, y, por ello, muy sensible a pequeñas variaciones de precios. Y tampoco puede ensanchar su mercado hacia otras islas, entre otras razones porque esa medida no sería competitiva debido a las economías de escala, los costes derivados de la doble insularidad y los denominados costes infinitos. Son mucho más que simples tecnicismos.
La situación periférica y la doble insularidad generan costes insalvables
Costes infinitos quiere decir que la situación periférica y la doble insularidad generan costes insalvables que impiden el desarrollo de actividades y provocan la desaparición de empresas. Los costes infinitos reducen el volumen de negocio y el crecimiento potencial de la economía que lo soporta, que no puede realizar economías de escala e inversiones estratégicas y de modernización. La existencia de costes de ultra periferia en Canarias afecta de forma especial a las empresas industriales, a las microempresas y a las empresas situadas en las islas menos pobladas, por lo que encuentran muy limitadas las posibilidades de expansión.
Atendiendo a su experiencia en el mundo de la mar, la pesca y la navegación, la Harinera logró surcar durante décadas las inclementes aguas del centralismo provincial. Pero, tras la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía, ha venido padeciendo una terrible desatención por parte de los sucesivos Gobiernos de Canarias, al igual que las demás industrias radicadas en alguna de las cinco islas, menos habitadas, seis con La Graciosa. A pesar de todo, la Harinera cuenta con unos modernos silos situados en la Punta de los Vientos con gran capacidad de almacenaje y con potencial de expansión. Falta ahora una política industrial con fundamento.