AGUAS

El agua en Lanzarote, apuntes sobre un gran fracaso colectivo

Instalaciones de Canal Gestión Lanzarote.
Instalaciones de Canal Gestión Lanzarote.

Se desperdicia más de la mitad del agua que se produce, lo que significa un despilfarro millonario en euros y un vergonzoso derroche de energía, contaminación aparte

El agua en Lanzarote, apuntes sobre un gran fracaso colectivo

El año pasado consumimos más de 12 millones de metros cúbicos de agua entre Lanzarote y La Graciosa, pero Canal Gestión, la empresa concesionaria, produjo casi 30 millones de metros cúbicos. La diferencia entre lo producido y lo consumido se esfumó en las redes de distribución. Del mismo modo, el año pasado se produjeron casi 4 millones de agua reutilizada, pero solo se consumió la mitad, aproximadamente.

Nadie bebe ya del agua del grifo

Se extrae del mar, se desaliniza, se distribuye y sale por los grifos, las cisternas de los inodoros o las alcachofas de las duchas. En menor medida, hay quien utiliza esas aguas desalinizadas para riego agrícola, provocando un daño irreparable e irreversible a la calidad de los suelos de cultivo. Pero, al final, la mayor parte del agua consumida se divide entre el consumo doméstico y el turístico a partes iguales. Tías, con su importante zona turística, es el municipio que consume más agua, seguido de Arrecife y Teguise.

Nadie bebe ya del agua del grifo obtenida mediante la desalación del agua del mar, así que las personas nos hemos acostumbrado a consumirla envasada. No deja de ser paradójico que la población de Lanzarote, que hace casi seis décadas que le dobló el codo a la escasez de agua, recurra a la embotellada para beber, habitualmente en envases de plástico, para mayor gloria del Complejo Ambiental de Zonzamas y avergonzando, de paso, a la Reserva de la Biosfera.

Entre 12 y 17 millones de metros cúbicos anuales

Disponemos de medio centenar de depósitos con capacidad para más de 150.000 metros cúbicos de agua —lo que equivale a menos de un metro cúbico por residente, turistas aparte— y decenas de miles de aljibes domiciliarios. Pero nada se compara con el anhelado acuífero de Timanfaya, un aljibe descomunal cuya alcogida es el propio malpaís. Fue el Podemos de Carlos Meca, al que tanto se añora, el que insistió en realizar prospecciones siguiendo las indicaciones del ingeniero Carlos Soler.

Soler es el autor de la teoría sobre la existencia de aguas subterráneas bajo los malpaíses de la isla. Junto Albert Casas, doctor en Ciencias Geológicas, catedrático de Prospección e Investigación Minera y decano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona, Carlos Soler investigó el potencial acuífero de Lanzarote hace varios años. Ambos estimaron que bajo las coladas de lava de la isla pueda haber entre 12 y 17 millones de metros cúbicos anuales de agua, lo que representa más o menos la mitad del agua que se produce actualmente en la isla cada año.

El acuífero de Timanfaya y la alcogida del malpaís

El acuífero de Timanfaya ocuparía una superficie de formación geológica y de alta permeabilidad de 200 kilómetros cuadrados, la cuarta parte de la isla, y que es capaz de infiltrar toda el agua de lluvia que cae. A pesar de que no es mucha cantidad, unos 150 milímetros anuales tan solo, su enorme superficie de captación convierte estos terrenos en una descomunal alcogida capaz de recoger ingentes cantidades de agua de lluvia. La posibilidad de utilizar el agua de lluvia acumulada con fines estrictamente agrícolas podría convertir la isla en un edén de la autosuficiencia alimentaria. O casi.

Lanzarote tiene un problema con el agua que se manifiesta de varias maneras. Uno de ellos es el sonoro fracaso que, como sociedad, supone que se desperdicie más de la mitad del agua que se produce, lo que significa un despilfarro millonario en euros y un vergonzoso derroche de energía, contaminación aparte. Olvidada la trascendencia de evitar malgastarla, lo que dimos en llamar cultura conejera de ahorro, cada vez que hablamos hoy de agua equivale a una sonora bofetada en el rostro de la comunidad lanzaroteña.

El agua, un gran fracaso colectivo

Una vertiente de esta primera manifestación de este gran fracaso colectivo en torno a la gestión del agua es que Lanzarote lleva casi 60 años viviendo del cuento de la primera planta potabilizadora instalada en tierra para consumo humano en territorio europeo. La fábula no da más de sí. El agua es un recurso limitado, por lo que hace falta una mayor toma de conciencia para su preservación, porque si algún día llegara a escasear traería consecuencias irreversibles para la humanidad. Es un derecho fundamental de las personas y un recurso estratégico, no debe olvidarse.

La existencia de agua suficiente en el subsuelo de Timanfaya permitiría reducir significativamente la dependencia del petróleo; abaratar el coste del agua, que en Lanzarote es uno de los más caros del Estado; disminuir la contaminación de CO2 que se genera al desalar el agua con combustibles fósiles; y disponer de agua suficiente y de calidad para la agricultura sin tener que recurrir a las aguas depuradas de mala calidad. Punto y aparte si, encima, fuésemos capaces de embotellarla bajo la marca Chafariz y comercializarla a precios inferiores a los de mercado, bajo criterios de gestión profesionalizados.

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