Infraestructuras

El depósito del muelle Grande está más cerca de volver a sentirse útil

Foto: JL Carrasco.
Foto: JL Carrasco.

Arrecife sopesó en 2014 crear en ella una sala de exposiciones vinculada al Museo de la Historia de la ciudad, ubicado en el cercano Castillo de San Gabriel

El depósito del muelle Grande está más cerca de volver a sentirse útil

Más pronto que tarde, el depósito situado en el llamado muelle Grande volverá a tener un uso. Al perder su función original, en varias ocasiones se ha valorado destinarlo a usos culturales. La última de ellas fue en 2014, cuando el Ayuntamiento de Arrecife sopesó crear en ella una sala de exposiciones vinculada al Museo de la Historia de la ciudad, ubicado en el cercano Castillo de San Gabriel.

Fechada en el primer tercio del siglo XX, esta obra de ingeniería hidráulica presenta una tendencia rectangular, ya que su planta es curva en sus lados largos, siguiendo el trazado del acceso al muelle. El aljibe es de dos alturas y cubierta plana, se distribuye sobre una superficie de 116 metros cuadrados y su función era abastecer de agua a los barcos que atracaban en el muelle. 

Este depósito goza de protección ambiental, por lo que se permiten las intervenciones de conservación, restauración, consolidación y rehabilitación. Básicamente, se permite la remodelación interior sin alterar la esencia tipológica. En el edificio llama la atención su construcción sobre el nivel del suelo, ya que lo habitual era realizarlo en el subsuelo, algo que no fue posible acometer en esta ubicación.  

La gran Mareta de Teguise

Lanzarote no se entiende sin la escasez de agua y los aljibes que tradicionalmente la han guardado. Entre los aljibes representativos de una era de penurias se encuentra el depósito situado en el llamado muelle Grande, en el codo del antiguo muelle comercial que operó hasta que entró en funcionamiento el de Los Mármoles

A pesar de la inmensa cantidad de agua que existe en el planeta, en Lanzarote jamás ha sido un recurso accesible, renovable o barato. La precipitación de agua de lluvia no supera en la isla los 140 milímetros al año, y eso es muy poco. Además, la mayor parte del agua caída se evapora, por lo que sólo una pequeña porción se aprovecha, tanto en superficie como infiltrada. 

En tales circunstancias, el aprovisionamiento de agua se ha basado en recoger la que cae del cielo. Así se construyeron maretas aprovechando el relieve del terreno y alcogidas para direccionar el agua hacia ellas. Las más representativas son la Gran Mareta de Teguise, construida por los aborígenes y ya desparecida, y las Maretas del Estado, que datan de principios del siglo XX. 

La importancia de los aljibes 

No obstante, los recipientes de acopio más importantes han sido los aljibes domésticos, no tanto por su capacidad individual o conjunta cuanto por su elevado número, actuando de alcogidas las eras, los techos y los patios de las viviendas. Estos depósitos para almacenar el agua de lluvia son subterráneos y cubiertos. 

La toponimia no da cuenta de estos aljibes caseros, los que tuvieron todas las casas de la isla, que ante la ausencia de aguas subterráneas debían recoger y aprovechar hasta la última gota de la que caía del cielo. Por ello, las viviendas estaban construidas de tal forma que toda la lluvia caída en su perímetro, y aun fuera de él, era conducida al aljibe situado generalmente debajo del patio de la casa o limítrofe a ella.

Cualquier destino que se dé a las infraestructuras hidráulicas es preferible a su destrucción, como ya sucediera con la Gran Mareta de la Villa, ocurrencias aparte, como aquel fallido intento de desecar el Charco de San Ginés y convertirlo en un gran depósito de agua dulce en los primeros años del XX.

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