PATRIMONIO

La Quesera de Zonzamas, un viejo enigma

Las queseras se caracterizan por disponer de canales longitudinales y paralelos labrados en grandes bloques basálticos, y cuya utilidad sigue siendo objeto de discusión.
La Quesera de Zonzamas, un viejo enigma

Con el año nuevo, el 27 de abril, se cumplirán cuarenta de la publicación en el Boletín Oficial del Estado del Real Decreto que declara monumento histórico-artístico y arqueológico, de carácter nacional, el yacimiento arqueológico de Zonzamas “con Quesera y construcciones ciclópeas”. El poblado aborigen de Zonzamas está considerado uno de los yacimientos arqueológicos más relevantes de Canarias, pese a lo cual no ha sido posible hasta ahora acondicionarlo museísticamente para acoger una visita digna, así sea al aire libre.
 
Dentro de este conjunto se encuentra la Quesera de Zonzamas, uno de los elementos de mayor singularidad dentro de la arqueología lanzaroteña. Se llama así porque se asemeja a un gigantesco molde para elaborar queso, aunque nada tiene que ver con esa labor. Todavía hoy su utilidad y significado sigue siendo un misterio. Las queseras se caracterizan por disponer de canales longitudinales y paralelos labrados en grandes bloques basálticos. Las interpretaciones que se han dado a estas manifestaciones rupestres son variadas y van desde los ritos religiosos a la molienda, pasando por meros dispositivos para la captación y almacenamiento de agua.
 
Otra quesera fue descubierta en San Bartolomé, pero resultó destruida
Al parecer, los antiguos pobladores de Lanzarote, los majos, realizaron estas construcciones en una superficie plana, labrando en la roca basáltica una serie de canales alargados que, a su vez, presentan algunas pequeñas divisiones internas. Hay quien defiende que cada canal se pudo haber formado por el desgaste ocasionado en la molienda. Aquí al lado, en el norte del continente africano también se conocen este tipo de construcciones, sin que tampoco se les haya dado una interpretación definitiva.
 
La Quesera de Zonzamas tiene casi cuatro metros de diámetro. Cuenta con cinco surcos labrados y orientados al noroeste y ciegos por ambos extremos. Es, probablemente, la mejor conservada de la isla. Se encuentra entre las montañas de Zonzamas y Maneje, con vistas a Arrecife, y en sus inmediaciones hay grabados de siluetas de pie, llamados podomorfos. 
 
Además de esta, hay referencias de otras dos queseras. La de Bravo, situada en el Malpaís de la Corona, y otra más, en San Bartolomé, que fue descubierta al excavarse los cimientos de una casa, pero lamentablemente resultó destruida. “La presencia del antiguo vertedero insular, los vientos y la cercanía del yacimiento exigen de medidas habituales que reduzcan el impacto y permitan la conservación del bien y de su entorno”, señalaba Tomás López, portavoz de Somos Lanzarote en el Cabildo Insular en 2017. A tiempo se está desde hace un montón de tiempo.

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