ANÁLISIS
Acampar en Lanzarote, misión (casi) imposible
La acampada en Lanzarote pasó de tradición a actividad (casi) prohibida de un día para otro. El cartel de “prohibido acampar” cuelga por todo el territorio insular.
Hace poco, la cuaresma era para muchos el período de cuarenta y pico días que iba desde el miércoles de ceniza hasta que se montaba la caseta a la orilla del mar. Sin darte cuenta, te quitabas la máscara y te metías en la marea. Ya no, porque acampar en Lanzarote es una misión (casi) imposible desde hace demasiados años.
La acampada fue una de las grandes tradiciones isleñas. Antes de la irrupción del turismo, por determinadas fechas veraniegas la gente se instalaba en numerosos puntos de la costa, incluyendo las playas de Papayago, La Graciosa o las mismísimas playas de la costa de Tías, entre otras zonas. También era tradición que los residentes en algunos núcleos rurales acamparan en el litoral próximo, como es el caso del pueblo de Tinajo en Las Malvas y zonas cercanas.
“Al cerrar la zona de San Juan en la Caleta de Famara, sólo quedan dos áreas aptas y no en todas las épocas del año”
La penetración del turismo de masas dio lugar a sucesivas prohibiciones de establecerse por unos días en las orillas. Así, se transformó el uso recreativo de las playas y muchas se reservaron para los turistas. Los cambios sociales, la entrada en vigor de las nuevas leyes y el aumento demográfico han terminado por colgar el cartel de “prohibido acampar” en casi todo el territorio insular, aunque la población halló nuevos espacios de asueto alejados de las zonas turísticas.
No hay prohibición que valga: detrás del hecho de la acampada se percibe un gusto por la proximidad a la naturaleza que tiene orígenes históricos, ancestrales. Aun teniendo otras opciones para disfrutar del litoral de otra manera, la mayoría de estos usuarios las rechazan, prefiriendo la acampada y el estilo de vida que lo acompaña. Lamentablemente, al cerrar la zona de San Juan en la Caleta de Famara, sólo quedan dos áreas aptas y no en todas las épocas del año. Una es la playa de Puerto Muelas, en Papagayo, con capacidad para caravanas y casetas. La otra es el de la Playa del Salao, en la isla de La Graciosa, que sólo admite casetas.
“Según el perfil de Facebook ‘Lanzarote Camping’, el área de acampada de Papagayo ‘no se abrirá’ para Semana Santa”
Esta Semana Santa viene mal dada para los campistas, ya que la zona Papagayo permanecerá cerrada. Según el perfil de Facebook ‘Lanzarote Camping’, “la información que hemos recibido hoy 16/03/2017 del Cabildo, el área de acampada de Papagayo ‘no se abrirá’ para Semana Santa y que probablemente abrirán para Junio, ya que todavía están en obras. En cuanto tengamos más noticias ya les informaremos”.
Existe en la isla la Asociación de Campistas y Caravanistas ‘Playa Papagayo’ y una Asociación de Autocaravanas. Ambas defienden que hay pocas zonas de acampada y las existentes están muy masificadas. De ahí que, en varias ocasiones, hayan propuesto ampliar la escasa oferta existente. Aceptan que las acampadas deben estar controladas, pero piden que se acondicionen más espacios para el disfrute de los aficionados bajo el respeto al medio ambiente, y, sobre todo, con unos servicios mínimos: agua, luz, duchas, aseos, recogida de residuos, zonas de barbacoa, etc.
“El nuevo PIOL se encargó hace casi diez años y su trámite no ha avanzado al ritmo deseado”
La solución pasaría por acondicionar nuevos espacios, bien reglamentados y ubicados en lugares de la costa no peligrosos y alejados de las zonas turísticas. También sugieren que haya zonas de acampada de distinto tipo: unas con capacidad para un mayor número de campistas, y otras menos intensivas y con menor capacidad de usuarios. Cada tipo tendría tarifas diferentes. Y todo ello no sólo en el litoral, sino también en algunas zonas en el interior de la isla.
Estas ideas las han traslado los afectados al equipo redactor del nuevo Plan Insular de Ordenación de Lanzarote (PIOL), que es el instrumento de planeamiento que debe aportar la solución. Pero el nuevo PIOL se encargó hace casi diez años y su trámite no ha avanzado al ritmo deseado. Entonces, ¿prohibir u ordenar las acampadas? Parece que la respuesta es ordenar, implicando a los ayuntamientos, al Cabildo, al Gobierno de Canarias y a la Dirección General de Costas en un proceso tendente a buscar soluciones definitivas.