EFEMÉRIDE

El día que el vapor ‘La Palma’ pudo eclipsar al ‘Telamón’ o al ‘Rolla 1’

El barco rompió las amarras y quedó a merced del viento y el fuerte oleaje, abordando y hundiendo a tres veleros, el Cabo Juby, el San José y el Agustín, sin causar víctimas.

El día que el vapor ‘La Palma’ pudo eclipsar al ‘Telamón’ o al ‘Rolla 1’

Los grandes barcos embarrancados en la costa son muy llamativos. En Lanzarote hay dos buenos ejemplos de siniestros marítimos recientes, como son los casos del Telamón y el Rolla 1, pero, muy atrás en el tiempo, un 28 de noviembre de 1925,  casi se produce una verdadera tragedia que pudo ensombrecer los naufragios de aquellos. Se trata del varamiento del vapor La Palma en la dársena del viejo muelle Comercial de Arrecife, conocido en aquella época como muelle Grande, que supuso un gran acontecimiento a principios del siglo XX en la capital insular. Dentro de unos días es el aniversario del siniestro.
 
El ‘Telamón’ fue embarrancado a finales de 1981 y el ‘Rolla 1’ encalló en enero de 1982
El Telamón, un carguero de bandera griega, realizaba el trayecto entre Costa de Marfil y la ciudad de Tesalónica. El 21 de octubre de 1981, cuando navegaba por la Bocaina, entre Lanzarote y Fuerteventura, sufrió una vía de agua que amenazó la vida de los tripulantes y su valiosa carga, integrada por enormes troncos de madera. El capitán puso rumbo a Arrecife y recaló en el muelle de Los Mármoles. Al ser imposible su reparación y ante el riesgo de que se hundiera dentro del puerto, el barco fue transportado a la trasera del espigón y fue embarrancado intencionadamente y con sumo cuidado diez días después. Y ahí sigue, de momento.
 
Poco tiempo después, el 19 de enero de 1982, el Rolla 1 encalló en la playa de Famara, y del que hoy tan solo despunta un pedazo de la proa a marea vacía. El navío se dirigía a Nigeria y en sus bodegas transportaba unas cuatro mil toneladas de cemento. Cuando transitaba por el norte de Lanzarote, parece ser que sufrió una vía de agua en la sala de máquinas y acabó embarrancando frente a la Caleta. En poco más de treinta años, el empuje de las olas ha reducido casi a la nada al carguero. Mientras el Telamón conserva buena parte de su estructura, la mar de barlovento, mucho más brava, acabó desmigajando el Rolla 1.
 
El capitán dio la orden de abandonar el barco, que permaneció varado unas dos semanas
 
El buque La Palma escapó por muy poco. Un fuerte temporal azotó Lanzarote a finales de noviembre de 1925. A pesar del mal tiempo, el vapor La Palma realizó su trayecto habitual entre la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y el puerto de Arrecife, atracando al filo del medio día con varias horas de retraso sobre el horario programado. El barco tenía previsto regresar a Gran Canaria esa misma noche, pero arreció el temporal y, a primera hora de la madrugada del día 28 de noviembre, rompió las amarras y quedó a merced del viento y el fuerte oleaje, abordando y hundiendo a tres pailebotes, el Cabo Juby, el San José y el Agustín, aunque sin causar víctimas.
 
A bordo, el capitán y la tripulación hacían lo imposible por arrancar las máquinas y gobernar el barco, pero sus esfuerzos fueron infructuosos. Finalmente, el La Palma acabó encallando en el bajo cercano situado dentro de la lámina de agua portuaria. El capitán dio la orden de abandonar el barco, que permaneció varado unas dos semanas en unas condiciones muy peligrosas, convirtiéndose en el centro de la atención de los arrecifeños. Los daños eran de tal envergadura que la compañía armadora casi lo da por perdido. Finalmente, el 14 de diciembre fue reflotado y, tras unas reparaciones de emergencia en el propio muelle, se taponaron con cemento las vías de agua, se aseguró su flotabilidad y, finalmente, el 21 de diciembre se dirigió despacito al Puerto de La Luz, en cuyo varadero permaneció durante varios meses.
 
Hubo que esperar hasta 1981 para que el litoral de Arrecife contara con su novelero pecio semihundido de metal.

'La Palma' y la era de los correíllos

Al ministro de Ultramar durante el reinado de Alfonso XII, el grancanario Fernando León y Castillo, deben las Islas la creación un servicio regular de líneas marítimas de vapores para el transporte del correo a finales del siglo XIX. El vapor La Palma formaba parte de una segunda hornada de barcos construidos en astilleros británicos y que se completó en 1912. La flota popularizó el nombre de correíllos.
 
Estos nuevos barcos fueron diseñados para cumplir con las necesidades del tráfico interinsular y disponían de alojamientos para primera y segunda clase, así como sollados para la tercera clase. También poseerían sistemas de ventilación e instalaciones eléctricas. Algunos de ellos, como el Viera y Clavijo y el La Palma, continuaron en activo hasta mediados de los años 70, habitualmente con el distintivo casco pintado de negro.

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