DIFUNTOS
Día de todos los santos, recordando a los difuntos

Existe un rito popular en la cultura tradicional canaria vinculado a la muerte que se denomina día de los finados, pero se encuentra en franco retroceso.
Hoy es el día de todos los santos, por lo que a los católicos hoy es toca ir a misa, rezar, confesarse y comulgar. Ello es así porque los cristianos ortodoxos veneran todo el santoral cada 1 de noviembre, lo que en realidad viene a ser un día de fiesta superlativo, razón por la cual la tradición lo ha convertido en una jornada no laborable.
Como en el resto de España, los católicos lanzaroteños celebran la fiesta ritual en recuerdo de los parientes fallecidos. Lo habitual es que las personas mayores de cada familia, las más apegadas a las tradiciones, se reúnan en los cementerios para honrar a los seres queridos que han fallecido y mantener vivo su recuerdo. También hay quien acude unos días antes al cementerio para limpiar las sepulturas y tenerlas a punto para el día de todos los santos.
Ni siquiera en el día de los enamorados se venden tantas flores como en estas fechas
Las floristerías no dan abasto. Es habitual comprar flores y depositarlas en las tumbas y los nichos en forma de presente a los fallecidos. De hecho, ni siquiera en el día de los enamorados se venden tantas flores y los camposantos presentan un aspecto envidiable. Inmediatamente después, el 2 de noviembre, es día de los fieles difuntos. También llamada día de los muertos, de los difuntos o de las ánimas, es una celebración que complementa al día de todos los santos, y se reza por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que todavía se encuentran en el purgatorio.
Unas 800 personas fallecerán a lo largo de este año en la isla pero, a diferencia de épocas pasadas, no todas serán enterradas en alguno de los once cementerios existentes en Lanzarote y La Graciosa. De hecho, de cada dos decesos que se producen hoy día en nuestro país, uno acaba en un cementerio y otro en un horno crematorio. Hace ya veinte años, en septiembre de 1999, que tuvo lugar la primera incineración en la isla. Un varón de Arrecife se inclinó por esta opción en lugar de ser enterrado en un nicho en el cementerio de San Román.
La cultura de la cremación de difuntos ha arraigado en la isla y sigue en alza
La cultura de la cremación de difuntos ha arraigado en la isla y sigue en alza. No hay que darle muchas vueltas a la cabeza para comprender las razones de estos cambios en los hábitos de la cultura funeraria. La principal es el precio, sobre todo tras desatarse la crisis en 2007, ya que una cremación básica es bastante más barata que un entierro tradicional. Pero tampoco debe desdeñarse la creciente pérdida de influencia de la jerarquía eclesiástica católica en la sociedad y el enraizamiento de hábitos de naturaleza laica. La cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver porque su coste es inferior a mil euros. En Lanzarote supera los tres mil euros, por término medio.
La cremación es el proceso mediante el cual se reduce el cuerpo de un fallecido a cenizas exponiéndolo a altas temperaturas. En un primer momento, la incineración supuso un ahorro considerable para las familias ya que permitió eliminar gastos como el coche fúnebre, el entierro, el nicho o la lápida. Hoy, en cambio, la amplia gama de urnas disponibles y los variados servicios funerarios complementarios pueden aumentar el gasto de la incineración hasta llegar equipararlo al de la inhumación. Como sucede en el resto de Europa, la inhumación suele ser la elección preferida en pueblos pequeños mientras la incineración es la opción favorita en los grandes núcleos urbanos.
La noche de los finados
En Canarias existe un rito popular vinculado a la muerte que se denomina día de los finados, pero se encuentra en franco retroceso. En realidad se trata de un pretexto para recordar a los difuntos y contar sus vidas. Se celebraba en la noche previa al día de difuntos, del 1 al 2 de noviembre, aunque en la actualidad se conmemora la víspera de todos los santos, del 31 de octubre al de noviembre, aprovechando que la jornada no es laborable.
En un ambiente de recogimiento y respeto, la tradición dicta que los mayores transmitan a las siguientes generaciones cuentos y anécdotas de los ausentes como preparatorio de la visita al camposanto al día siguiente. En el encuentro se compartía una comida frugal con los frutos de la temporada, consistente en torrijas con miel de caña, almendras, higos pasados… acompañada con vino o mistela. Luego, se llevaba el rito a la calle con los ranchos de ánimas y sus cánticos lastimeros, recorriendo las casas bajo petición y cantando y tocaban por los enfermos y ánimas de las familias.