EFEMÉRIDES

El Guincho: el águila pescadora se hizo ecologista

Se cumplen tres décadas de El Guincho. El compromiso de una generación con la ecología y el territorio comenzó formalmente un 30 de junio.

El Guincho: el águila pescadora se hizo ecologista

Un martes, hace treinta años, una generación tomó el nombre popular del águila pescadora y enarboló la bandera del ecologismo. El 30 de junio 1987 se desplegaba públicamente la Asociación Cultural y Ecologista de Lanzarote El Guincho en los salones de la Sociedad Democracia. Constituida formalmente un poco antes, en abril, sus promotores acordaron aplazar la presentación hasta que se celebraran las elecciones municipales previstas para mayo de aquel año. El Guincho es, en su género, el colectivo más importante de la historia en la isla, y muy pronto se convirtió en una de las grandes referencias del movimiento ecologista canario.

La Asociación Cultural y Ecologista El Guincho surgió tras una serie de reuniones públicas, alentadas por un grupo de personas que vio la necesidad de preservar los valores ambientales y culturales de la isla. La avalancha del binomio construcción-turismo era en aquellos años de tal magnitud que ponía en peligro la pervivencia de la isla misma. Bajo el epígrafe de “Nuestro futuro a debate” se desarrollaron varios encuentros que desembocaron en la constitución de la organización. Tras medio años de trabajos previos, se redactaron los Estatutos y se definió la estructura organizativa.
 
La realidad se mostraba con rotunda claridad en aquellos años. La especulación del suelo y el desmesurado crecimiento urbanístico en el sector turístico estaban ocasionando conflictos de todo tipo, entre ellos diversos daños medio ambientales y paisajísticos. Esta tendencia ya había sido detectada unos años antes por otras personas, propiciando respuestas ciudadanas en tono al Círculo Ecologista de Lanzarote o a los movimientos Salvar el Malpaís de la Corona y Salvar Papagayo.
 
Tomando el testigo de aquellos grupos, El Guincho decide organizarse internamente en forma de comisiones de trabajo especializadas para estudiar y analizar diferentes problemas y ofrecer alternativas. Las áreas de trabajo se vertebran alrededor de la ecología y la cultura, entendidas ambas como la naturaleza de la isla y la acción del hombre sobre ella, así como la relación que los hombres establecen entre sí en el territorio.
 
Así, desde una perspectiva ética y humana, y arropada por el compromiso colectivo de amplios sectores de la población, nació El Guincho para coadyuvar en la resolución de los grandes problemas insulares. A juicio de los promotores, las soluciones pasaban por la racionalización del crecimiento turístico y por disponer de un modelo de desarrollo que recogiera las aspiraciones de todos. Dicho modelo debía fundamentarse en la preservación y la potenciación de los valores paisajísticos, naturales y culturales, a fin de cuentas el único recurso con el que contaba Lanzarote para construir su futuro.
 
Con El Guincho surgió una perspectiva ilusionante, integradora y dialogante que pretendía hacer ver a toda la población que “el futuro está en nuestras manos”, así como advertir de los peligros que acechaban a la isla en caso de que el turismo “siga discurriendo por los derroteros incontrolados e irracionales por los que anda en estos instantes”.
 
Una generación ofreció una respuesta de futuro colectivo a través de El Guincho, desde una posición apartidista e independiente, pero integradora de voluntades. Así lo expresaba Ginés Manuel Díaz Pallarés, tres días antes del acto de La Democracia, al publicar una reflexión denominada “El espíritu de El Guincho”:
 
“(…) cualquiera que sabe algo de Historia y de la vida sabe que Lanzarote va derechita al caos, por eso nace EL GUINCHO. Nace apolítico [debería decir apartidista] en su conjunto y está formado por personas que, indudablemente y con todo derecho, tienen su propia ideología, gentes de derechas y de izquierdas, de centro, independentistas, de lo que cada uno quiera ser, pero gentes dispuestas a dejar sus partidismos dentro de sí para afrontar una causa común: SALVAR LANZAROTE.
Entiende EL GUINCHO que todo, absolutamente todo, pasa por la ordenación de la oferta turística por el Plan de Ordenación Insular. Entiende EL GUINCHO que los ayuntamientos y el Cabildo son los responsables, estén quienes estén en el poder, de poner orden y moderación a un futuro ahora mismo caótico. Pero también entiende EL GUINCHO que es hora de que el pueblo se una fuera de las divisiones políticas, que a veces tanto daño hacen, para pedir, todos juntos, un futuro más decente que la mierda que se nos viene encima.
(…)
¡Ah! una cosa. EL GUINCHO no viene a criticar, viene a trabajar, a crear comisiones especializadas en los distintos temas, a ofrecer alternativas a los problemas, a dialogar, a unir (…).”
 
A partir de septiembre, la primera sede social estuvo ubicada en El Almacén, gracias a las facilidades dadas por César Manrique, miembro también de El Guincho y, más tarde, presidente de honor de la Asociación. En octubre se hace pública la “Declaración para la supervivencia”, con la que la organización alzó el vuelo.

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