ANÁLISIS

¿Salvar La Geria?

Sobre el paisaje protegido de La Geria se ciernen incógnitas que requieren ser bien despejadas. La modificación puntual del Plan Especial que se está tramitando trata de resolver los problemas que aquejan a las bodegas ubicadas en La Geria, pero, ¿en qué situación quedan los cosecheros?

La modificación puntual del Plan Especial del paisaje protegido de La Geria propone la ampliación de algunas bodegas de la isla. Por ello, abre las puertas a que se implante un nuevo modelo de negocio no en todas las bodegas, sino sólo en aquellas que se ubican en el espacio natural.
 
La falta de equidad es la primera sombra que sobrevuela los cambios que quieren introducirse, unas transformaciones estas que excluyen a más de la mitad de las bodegas. Sencillamente porque no se localizan en la Geria, sino que se encuentran en las localidades de Tinajo, La Vegueta, Tías, La Asomada, Teguise, Mácher, San Bartolomé y Punta Mujeres. Es decir, se hallan fuera de los límites del espacio natural protegido.
 
La otra mancha gris afecta a los cosecheros, que suman casi 1.800. Asimismo, no todos tienen sus parcelas en La Geria y nadie está dispuesto a garantizarles un precio razonable y estable a la uva, ni en un año excelente, como el pasado, ni en otro malísimo, como el actual. 
 
El trasfondo del intenso, aunque denso y sesgado, debate que planea sobre La Geria, es que se viene utilizando un eslogan que llama al equívoco. El lema ‘Salvar La Geria’ sólo tendría sentido si las reformas estructurales que se proponen cobijaran a todos los productores de vino, y si, además, se abonara un precio adecuado a los cosecheros por cada kilogramo de uva recogido.  
 
“¿Es necesario ampliar la capacidad instalada de las bodegas para recoger toda la uva que se produce en los años excelentes? No, no es necesario”
 
La situación está así: se atienden las demandas de una parte de los bodegueros, pero no las de los cosecheros. Algo no va bien. Máxime cuando los argumentos de una de las partes que participan en el debate se parapetan tras los productores de uva, quienes son lanzados a la primera línea de la discusión como si de infantería ligera para carne de cañón se trataran.
 
El sesgo, sobre todo cuando es interesado, conduce a la manipulación y al empobrecimiento de la reflexión y el debate, y de esos lugares es imposible que surjan las mejores soluciones. Centrémonos. ¿Es necesario ampliar la capacidad instalada de las bodegas para recoger toda la uva que se produce en los años excelentes? No, no es necesario.
 
No lo es porque, según sus propios datos, las bodegas radicadas en La Geria son capaces de absorber unos 3 millones de litros. El resto, sólo la mitad, pero entre ambas muy bien pudieron adquirir toda la cosecha de 2015, que, dicho sea de paso, fue tan extraordinaria que no se ha conocido otra igual en los últimos 20 años. En ese período únicamente en cinco ocasiones se han sobrepasado los 3 millones de kilogramos. Entonces, ¿cuál es el problema? 
 
Detengámonos ahora en los productores de uvas. Sus costes son fijos y elevados debido a las características del paisaje y, por ello, al carácter artesanal de la producción. Por otro lado, sus ingresos proceden de dos fuentes, la venta de uva y las ayudas europeas a la producción. 
 
En números redondos, un cosechero inscrito en el Consejo Regulador percibe unos 2 euros por kilogramo de uva. De ellos, menos de 30 céntimos proceden de las ayudas europeas. En conjunto, ello significa aproximadamente la tercera parte del volumen de negocio del sector vitivinícola en la isla, que se estima en unos 12 millones de euros anuales. 
 
“¿Es posible duplicar los ingresos anuales de los cosecheros de forma que pasen de 2 a 4 euros por término medio? Sí. Sí es posible”
 
La ayuda europea es ridícula. Se subvenciona la hectárea, no el kilogramo de uva. En consecuencia, se subvenciona igual una hectárea “normal” que otra situada en pleno corazón de La Geria, formada por hoyos profundos y que requieren muchísimo más esfuerzo siendo menor su productividad, aunque su contribución paisajística es mucho más valiosa.
 
La clave radica en aumentar los ingresos de los cosecheros, pues sólo así se salvará La Geria. Pero, ¿es eso posible? Por ejemplo, ¿es posible duplicar los ingresos anuales de los cosecheros de forma que pasen de 2 a 4 euros por término medio? Sí. Sí es posible.
 
Como fijar precios no parece realista, pensemos que el propio Consejo Regulador considera discriminatoria la distribución de las ayudas europeas al sector primario en Canarias, puesto que la uva recibe sólo el 5 por ciento del total cuando al plátano se destina el 60 por ciento. Y ello a pesar de que la superficie de ambos cultivos en el Archipiélago es bastante similar. 

Esta es una posible salida, sin considerar la hipótesis de implantar una ecotasa cuyos ingresos, entre otros objetivos finalistas, se destinaran en verdad a salvar La Geria. A salvar a los productores, es decir, ya que son los verdaderos artífices de este irrepetible paisaje cultural. 

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