SOCIEDAD

Los proyectiles militares de La Graciosa: noráis donde se sentaban los chinijos en el muelle

FOTO: Javier Reyes Acuña

Esos proyectiles se disparaban durante la república y la guerra a modo de entrenamiento desde la batería del Mirador del Río y sirvieron de asiento para los pequeños de la Isla, donde se ponían a observar los barcos de pesca.

Los proyectiles militares de La Graciosa: noráis donde se sentaban los chinijos en el muelle

La detonación de un proyectil este jueves en la Octava Isla pilló por sorpresa a todos los gracioseros, que desconocían las consencuencias que podría haber llegado a ocasionar el objeto. De hecho, estos proyectiles fueron en más de una ocasión un asiento para los pequeños de la Isla, donde se ponían a observar los barcos de pesca, cuando llegaban o atracaban en el muelle. También resultaron útiles para los propios barcos, utilizados como noráis para amarrarlos al llegar.

Ayer conocíamos que la Guardia Civil había localizado y detonado un proyectil en el muelle de la isla de La Graciosa. Según informaron los efectivos, se encontraba semienterrado en la explanada y contenía 14 kilos de TNT, una cantidad capaz de destruir la mitad del muelle de La Graciosa y afectar a las viviendas e instalaciones anexas.

Según nos cuenta Suso Páez, vecino de Caleta de Cebo, esos proyectiles se disparaban durante la república y la guerra a modo de entrenamiento desde la batería del Mirador del Río. "Mi madre y mi abuela me contaban que caían cerca del pueblo y hacían un hoyo grande en la zona". Al respecto, la Guardia Civil informaba que este tipo de proyectiles eran utilizados por el ejército y pudiera tratarse de la batería que estaba ubicada en el Mirador del Río.

Páez cuenta que muchos llegaban a caer cerca de distintas zonas de La Graciosa, como la sociedad, Las Caletas y el morro de San Mateo. Del mismo modo, algunos llegaban al mar. Muchos de estos, cuenta el vecino, los sacaron del mar en la zona de las Caletas, entre los años 1.944-1.946, y los pusieron como noráis en el muelle del pueblo. Algo que confirma Miguel Páez, otro vecino de la Isla al que también le ha pillado por sorpresa la noticia.
 
De hecho, ambos recuerdan que estos proyectiles se usaban de asiento pensando que eran inofensivos, "nos sentábamos siembre encima para ver los barcos de pesca, cuando llegaban o atracaban".

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