Opinión

En deuda con quienes emigraron

Ángel Víctor Torres rodeado de miembros de la comunidad canaria en Venezuela
Ángel Víctor Torres rodeado de miembros de la comunidad canaria en Venezuela
En deuda con quienes emigraron

La pobreza, la hambruna y las nulas expectativas de un futuro mejor empujaron a decenas de miles de canarios a emigrar al exterior. Prácticamente, el proceso de salida de las Islas se prolongó hasta la década de los años setenta. Los destinos preferidos fueron -entre otros- Cuba, Venezuela, Argentina y Uruguay. Estos días, el presidente Torres ha visitado la amplísima colonia de canarios y descendientes que se esparcen por todo el territorio cubano y venezolano.

En las agendas de los dirigentes políticos de las Islas ha figurado siempre la visita periódica a la extensa colonia de canarios que en su día emigraron y han enraizado muy lejos de la tierra que les vio nacer. Al margen de las consideraciones políticas, estas visitas de las autoridades de las Islas a los canarios y descendientes que viven a miles de km de distancia del entorno en el que nacieron pone el foco y nos debería obligar a reflexionar sobre los grandes cambios que se han producido en Canarias y en el mundo en menos de cien años.

En primer lugar, sobre las limitaciones económicas que tenía el Archipiélago para propiciar un desarrollo que facilitara una vida digna a la escasa población nativa. La escasa formación, el analfabetismo y el limitado conocimiento que se tenía de América no fue un freno a las desenfrenadas ganas de buscar un futuro mejor para sus familias. 

En un tiempo fue Cuba y poco más tarde Venezuela y Argentina los principales países acogedores de una mano de obra canaria distinguida siempre por su laboriosidad y seriedad. Cuba, la llamada perla del Caribe, Venezuela y Argentina, ejercían un poder tractor basado en sus ricas tierras, sus recursos naturales y un desarrollo económico y social que las convertía en tierras de oportunidades.

Las circunstancias políticas cambiaron la percepción que se tenía de Cuba, pero allí viven para siempre miles de canarios y sus descendientes que tienen el corazón partido entre el acogedor pueblo cubano y la tierra de su nacimiento. El sentimiento de canariedad y la añoranza de su patria está clavado a fuego en sus corazones.

Argentina y Venezuela llevan decenios en caída libre. Dos países envidiables por sus riquezas naturales  que en otro tiempo eran referencia por su desarrollo económico y social y tierras de oportunidades para los emigrantes. Las desacertadas decisiones que han ido tomando sus dirigentes han llevado a ambos países a una compleja situación económica y a una expectante estado social.

Mientras los citados tres países principales de acogida de los emigrantes canarios de los siglos XIX y XX han ido perdiendo protagonismo económico y social y, además, han sufrido una evidente pérdida de bienestar, la llegada del turismo de masas a las Islas cambió radicalmente nuestras condiciones económicas y sociales. La llegada de la aviación comercial ayuda a poner a Canarias en el mundo y a poner en marcha una importante industria turística que, en poco tiempo, nos convierte en un territorio de oportunidades para gente de todo el mundo.

En los últimos cuarenta años aquella Canarias obligada a emigrar se ha transformado en un lugar receptor de mano de obra foránea. Es el momento de reflexionar también sobre que medidas hay que ir adoptando para que los avances conseguidos sean sostenibles en el tiempo y garanticen el bienestar de las nuevas generaciones.

A los canarios que las circunstancias obligaron a emigrar le debemos mucho. Por una parte, al abandonar las Islas permitieron que los escasos recursos de los que se disponía pudieran ser distribuidos entre menos gente. Por la otra, porque las famosas remesas que llegaban de los emigrantes ayudaron a mejorar las condiciones de vida de sus familias en las Islas. Recordar y ayudar a los que la vida alejó de su tierra es una obligación moral de nuestras Instituciones y de nuestra sociedad. 

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