Paisaje y agricultura

Paisajes de terrazas en Lanzarote, un patrimonio agrícola a recuperar

Los Valles
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Con el paso del tiempo y la regresión agrícola, el uso de las terrazas, cadenas o bancales ha ido decayendo en la isla

Paisajes de terrazas en Lanzarote, un patrimonio agrícola a recuperar

En un territorio árido como es Lanzarote siempre ha sido muy importante para la subsistencia retener el agua de lluvia. De ahí la necesidad de construir pequeñas infraestructuras que crean suelo productivo, además de evitar que las precipitaciones se pierdan en el mar barranco abajo. Encima, con estos ingenios se evitaba la pérdida de suelo agrícola, se reducía la erosión de laderas, se mejoraba la productividad de los cultivos y, por último, se creaba paisaje agrario. Hoy en día no hay quien abancale ni quien cultive en estos espacios, cuya originalidad estriba en su adaptación al relieve. 

Retener el agua de lluvia

Con el paso del tiempo y la regresión agrícola, las terrazas, cadenas o bancales han ido languideciendo en Lanzarote. Estos muros de piedra, construidos sin usar cemento ni otros materiales de sujeción, protegen masas de tierra de relleno sobre la cual pueden crecer diferentes plantas. El enorme esfuerzo realizado en el pasado por retener el agua de lluvia y crear tierras de cultivo es hoy pasto del olvido; por eso, su falta de mantenimiento y su abandono conllevan además el deterioro y la pérdida de estos hermosos paisajes agrícolas.

Lanzarote cuenta con unas 2.900 hectáreas dedicadas a tierras de cultivo que originan unas 27.000 toneladas anuales de productos agrícolas. La superficie insular apta para el cultivo supone el 3,4 por ciento del total, aproximadamente, y ahí se incluyen lo enarenados naturales de La Geria y los enarenados artificiales creados por la acción humana que están repartidos por todos los rincones de la isla. Pero también puede verse lo que queda de algunas gavias, nateros y bancales. 

Los nateros, pequeños muros de piedra 

Una gavia es una parcela de terreno para cultivar, bordeada por un caballón de tierra, que se riega por encharcamiento con el agua de lluvia procedente de la alcogida. Las gavias son muy típicas de la isla de Fuerteventura y su función es acumular y conservar el agua de escorrentía proveniente de los barrancos vecinos para regar una serie de cultivos en ladera. Otro sistema son los bancales, que son rellanos de tierra hechos en terrenos con pendiente y que se aprovechaban para el cultivo. Se conoce por cadena el trozo de terreno preparado para cultivar, sujeto con una pared de piedra y situado escalonadamente con otros en una pendiente.

Los nateros son característicos de Lanzarote. Se trata de pequeños muros de piedra seca que cierran el curso de barrancos estrechos y provocan el depósito de sedimentos, generando suelo de cultivo al cabo de los años. Al cerrar los barrancos, se interceptan las aguas cargadas con sedimentos que descienden por estos cauces. Cuando las aguas quedan remansadas tras los cerramientos, depositan los sedimentos que arrastran, de tal forma que se crea un terreno de cultivo especialmente fértil por la riqueza en materia orgánica y nutrientes. El cerramiento irá creciendo con los años hasta obtener una parcela óptima para el crecimiento de los árboles frutales.

Alejandro González Morales y Antonio Ramón Ojeda han estudiado estos ingenios en “Los paisajes de terrazas en las Canarias Orientales (Lanzarote y Fuerteventura): hacia una tipología actual”, publicado en la Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros, nº 253 (2019).

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