Por continentes, los americanos suman unas 6.600 personas

Los nuevos conejeros: dos de cada diez residentes son extranjeros

En la isla residen 32.000 extranjeros. La cifra es similar a la que había hace diez años, y, por nacionalidades, sobresale la comunidad británica, con casi seis mil personas.

Los nuevos conejeros: dos de cada diez residentes son extranjeros

Dos de cada diez residentes en Lanzarote son extranjeros. En parte por el clima, el sol y las playas, y en parte debido a las oportunidades laborales, se han instalado y conviven entre nosotros dos perfiles de extranjeros. Son los nuevos conejeros. De un lado, están los que proceden de países muy desarrollados y llegan en busca de cierta calidad de vida huyendo del frio, y, de otro, los que provienen de países menos desarrollados y que vienen en busca de trabajo y mejores horizontes de vida.

En unas pocas décadas, Lanzarote ha pasado de ser un territorio generador de emigración para convertirse en un receptor de flujo migratorio. La instalación de la planta potabilizadora de agua de mar y el desarrollo turístico surgido a partir de mediados de los años sesenta del siglo pasado cambió para siempre el destino de la isla. Desde entonces, todos dejaron de pensar en Argentina, Venezuela o Uruguay para encaminar sus vidas.
 
Hay unos 1.500 chinos residentes y algo más de mil rumanos
 
Por unas u otras razones, en la isla residen 32.000 extranjeros. La cifra es similar a la que había hace diez años, y, por nacionalidades, sobresale la comunidad británica, con casi seis mil personas. Le sigue la marroquí, con cerca de cuatro mil personas. Los ciudadanos marroquíes son los extranjeros más numerosos que residen en España, y su número ronda los 750.000.
 
Esos 32.000 residentes extranjeros instalados en la isla representan más del 20 por ciento de la población residente total. Ese porcentaje prácticamente dobla al que se registra en Canarias (en torno al 11 por ciento), y en el conjunto del Estado (que no llega al 10 por ciento). Tras los británicos y la marroquíes, los más numerosos son los italianos, con más de tres mil personas, seguidos de los colombianos con cerca de tres mil. Asimismo, hay unos 1.500 chinos residentes y algo más de mil rumanos.
 
La llegada de inmigrantes en los últimos lustros ha generado una mayor diversidad cultural, lingüística, racial, gastronómica o religiosa en la sociedad insular. La lanzaroteña es hoy una comunidad cosmopolita, abierta al mundo al abrigo del clima benigno y las oportunidades laborales surgidas alrededor del turismo. El crecimiento económico registrado desde finales del siglo pasado ha sido y es el factor más importante de atracción migratoria, cautivada por el brillo de la construcción y el turismo.
 
Uno de cada cinco extranjeros residentes es iberoamericano
 
Por continentes, los americanos suman unas 6.600 personas. La similar identidad cultural y lingüística con Iberoamérica, de donde procede uno de cada cinco extranjeros residentes, es otro importante factor de elección para los migrantes de esta procedencia. Son trabajadores y se establecen mayoritariamente en Arrecife.
 
En el otro extremo se encuentran los residentes extranjeros que proceden de Europa occidental, sobre todo el Reino Unido. Uno de cada cinco residentes es británico, muchos de altos ingresos: jubilados, trabajadores a distancia con Internet, o que establecen negocios, por lo general relacionados con la hostelería. Les atrae la suavidad del clima, el contexto europeo y el modo de vida, y responden al efecto ‘Sun Belt’, o cinturón del sol, que hace referencia a las regiones, sobre todo mediterráneas, donde hay gran dinamismo económico. Se asientan fundamentalmente en los municipios de Tías, Teguise y Yaiza.
 
Los residentes africanos son unos cinco mil. Es evidente la cercanía geográfica al continente, con el que Lanzarote guarda frontera marítima a través del Reino  Marruecos. Los residentes asiáticos son unos 2.500, mientras que hay seis ciudadanos procedentes de Oceanía. Como hiciera en el pasado, la isla sigue encaminándose a través del mestizaje.

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