ANÁLISIS
Triple paridad, el candado para que siempre gobiernen los mismos
El sistema electoral canario es uno de los menos democráticos de España. Con el cuento de que la triple paridad beneficia a los más débiles, siempre salen ganando los mismos.
Ningún sistema electoral es perfecto, pero el canario es el menos democrático de España. El invento es muy poco proporcional, ya que el 17% de la población que habita en las cinco islas menos habitadas elige la mitad de los escaños en el Parlamento. Y también es muy restrictivo, porque para que un partido tenga derecho a escaño debe superar el 6% de los votos en toda la región, o el el 30% de los votos en su isla, o ser la fuerza más votada en su isla.
La Cámara regional está compuesta por 60 diputados. La circunscripción electoral es la isla y, a su vez, cada circunscripción tiene su propia asignación de diputados. De acuerdo con esto, corresponden 15 a Gran Canaria, 15 a Tenerife, ocho a La Palma, ocho a Lanzarote, siete a Fuerteventura, cuatro a La Gomera y tres a El Hierro.
Asunto distinto, pero muy próximo, son las barreras o topes electorales. Estos topes, que en España varían entre el 3% y el 5%, se fijaron en un 20% en la circunscripción y un 3% en la región. Estas barreras fueron elevadas en 1996 al 30% y 6%, respectivamente, convirtiéndose en las más altas del Estado y de Europa, y un caso único en España con dos barreras electorales simultáneas.
“Las elecciones autonómicas canarias están reguladas por el sistema electoral de peor calidad democrática de Europa”
Con dicho aumento se perseguía, dicen, poner coto a los partidos insularistas, pero lo cierto es que el sistema electoral canario es el candado que permite que siempre gobiernen los mismos. Por eso hay quienes afirman que las elecciones autonómicas canarias están reguladas por el sistema electoral de peor calidad democrática de Europa. Por si no fuera poco, no es posible modificarlo por iniciativa popular y para alterarlo se requiere el apoyo de 40 de los 60 diputados del Parlamento.
El actual sistema electoral canario está basado en la triple paridad. Consiste en un triple equilibrio en el reparto de los 60 escaños del Parlamento: igual número de diputados entre provincias, igual número de diputados entre Gran Canaria y Tenerife e igual número de diputados entre las dos islas más pobladas y el resto. Entre las dos provincias suman 60 escaños, treinta S/C de Tenerife y treinta Las Palmas. Entre las dos islas más pobladas suman 30, quince Gran Canaria y quince Tenerife. Y entre las islas cinco menos pobladas y las dos más pobladas también suman 60, treinta para cada grupo.
“El pleito insular propicia un modelo que favorece el desarrollo del centro a costa de los extremos”
La razón de ser de la implantación de la triple paridad, en su día, fue evitar el pleito insular y el centralismo provincial. El pleito insular es la rememora una vieja disputa de poder por la hegemonía económica y político-institucional entre poderosos y muy concretos intereses económicos radicados en las dos islas más habitadas de Canarias, y que suele extenderse de manera artificiosa a las restantes islas.
Lo que históricamente ha provocado y provoca esta vieja confrontación es el permanente establecimiento de mecanismos de compensación entre las dos islas más pobladas, exclusivamente, sobre todo en materia de inversiones públicas y transferencias de capital, a la vez que excluye a las cinco restantes. Este esquema se retroalimenta constantemente, dando lugar a un modelo que favorece el desarrollo del centro a costa de los extremos. La consecuencia es que las luchas de poder entre ciertos sectores radicados en Gran Canaria y en Tenerife han venido ignorando las legítimas aspiraciones de las restantes islas.
“La triple paridad trató de dar respuesta al pleito insular y al centralismo provincial”
El centralismo provincial, por su parte, hace aflorar actitudes paternalistas que aún perviven, a pesar de que el Estatuto de Autonomía desterró la división provincial en 1982, encumbrando las islas como ejes vertebradores del Archipiélago. Pero la idea que se viene transmitiendo es que las islas menos habitadas son deficitarias, y que sobreviven porque son mantenidas por las más habitadas. Por eso, las islas mal llamadas ‘menores’ enarbolaron su déficit histórico, negándose a respaldar cualquier Estatuto de Autonomía que no igualara su representación parlamentaria a la de Gran Canaria y Tenerife.
La triple paridad trató de dar respuesta a ambos males, mediante la igualdad entre las dos islas más pobladas y la sobre representación de las islas menos habitadas. Es un sistema que prima al territorio por encima de los votantes. Así, en 2007, nada menos que 150.000 votos emitidos en urnas grancanarias y tinerfeñas fueron excluidos por no superar los topes electorales, al tiempo que con las 120.000 papeletas emitidas en las cinco islas menos pobladas se asignaban 30 diputados del Parlamento.
Por otro lado, la doble barrera da lugar a paradojas como que en una circunscripción pequeña se obtenga diputado con 1.500 votos y en otra grande con 55.000 votos no se obtenga ninguno. Y otras rarezas, como que Fuerteventura, pese a tener más población que La Palma, tenga un escaño menos. Sí, un candado infranqueable.