Tradición

Los Buches, un vestigio del viejo carnaval de Arrecife que sigue en plena forma

Reportaje 60ª Aniversario de la Parranda Marinera Los Buches

Atizan a diestro y siniestro sus inofensivos golpes con voluminosos buches de pescado que, previamente, son curtidos en salmuera y secados ya inflados

Los Buches, un vestigio del viejo carnaval de Arrecife que sigue en plena forma

Después de la lectura del pregón del carnaval de Arrecife de 2023, la Parranda Marinera Los Buches acaparó los focos del respetable. Es una de las manifestaciones musicales más importantes del archipiélago, sostiene Francisco Hernández Delgado, aunque pegar o transmitir abrazando también lo hacen los Carneros de El Hierro o los Diabletes de Teguise. Para él, Los Buches son una reliquia cultural de Arrecife, la máxima expresión del carnaval popular de las Islas y el testimonio más vivo de los vínculos de los hombres y mujeres de la ciudad con el mar. 

Un sonoro buchazo

Benito Cabrera relata que, en carnavales, se puede ver por las calles de Arrecife a un grupo de hombres de los que hay que huir si no se quiere recibir un sonoro, aunque nada doloroso, “buchazo”. Estos atizan a diestro y siniestro sus inofensivos golpes con voluminosos buches de pescado que, previamente, son curtidos en salmuera, secados e inflados. El buche es la tripa de ciertos pescados grandes, como la corvina, curtida e inflada como un globo. Sus cantos son una pequeña muestra del rico cancionero que interpretaban los marinos.

Sobre el origen de Los Buches cuenta Bernardo Bravo Martín que, a mediados de 1962, un grupo de amigos se reunía en una pequeña habitación que tenía alquilada Wenceslao Noda Hernández para almacenar los pertrechos de un pesquero en la calle José Betancort, esquina con Canalejas. En esos encuentros surgió la idea de recuperar la antiquísima tradición creando una parranda marinera, seña de identidad del viejo carnaval porteño.  

Los Buches en el Carnaval de 1963

Los fundadores de Los Buches eran hombres de mediana edad y de diversos oficios, salvo Gregorio Medina Armas (“Ego Sum”) y Andrés Fajardo Ferrer. En sus encuentros recordaban los viejos carnavales, cuando los marineros regresaban de la costa y corrían los carnavales con buches de pescado inflados en sus manos. Pronto se aprestan para participar en el carnaval de febrero de 1963. En sus preparativos, localizan y confeccionan la antigua indumentaria compuesta por montera de lana, cintas de diferentes colores, chaleco de lentejuelas, pantalón calado y bordado, ligas, medias, polainas, guantes blancos, careta metálica y el peculiar pito de agua.

De inmediato, en 1964, comienzan las salidas del grupo fuera de la isla y en julio de ese año, en La Laguna, utilizan por primera vez su segunda indumentaria, compuesta de sombrero de paja, pantalón de Mahón, alpargatas de esparto y camisa de bayeta, de la que existían tres colores: amarillo, azul y rojo. Por esta época se incorporan los niños al grupo, hijos de los componentes, ataviados igual que los mayores y provistos de pequeños buches.

René Verneau y Los Buches

A finales del XIX, el antropólogo francés René Verneau se refirió a los antecedentes de Los Buches: “Durante el carnaval, las calles de Arrecife presentan una animación que no hubiese sospechado viendo el silencio de muerte que allí reinaba unas semanas antes. Durante todo el día circulaban grupos de mujeres y hombres disfrazados. El vestuario que se usa en estas mascaradas es el de los campesinos, que ya sólo llevan unos pocos viejos. A la cabeza de cada grupo va gente de ambos sexos tocando la guitarra y cantando. El resto lo acompaña también cantando y provisto de unas vejigas de pescado enormes, con las que golpeaban a todos aquellos que encontraban…”.

Verneau describe en 1890 una tradición marinera y carnavalera que todavía hoy perdura a través de la Parranda Marinera Los Buches y que ha contribuido a trazar el alma de la ciudad de Arrecife. Veinticinco años después de la visita de Verneau, dos inquietos intelectuales franceses, Prust y Pitard, pasan por Arrecife coincidiendo con el carnaval y aportan más datos sobre esta celebración: “Todos ocultan la cara cuidadosamente; los ricos debajo de una careta de crin, para que les dure tres días sin que el sudor la haga papilla, los más pobres debajo de una capa de yeso o de hollín.”.

Traje tradicional del XVIII-XIX 

En su estudio sobre las indumentarias de Lanzarote, Ricardo Reguera sostiene que sobre la base del traje tradicional de Lanzarote del período XVIII-XIX se incluyen todos los elementos distintivos del buche de carnaval: buche, careta de red, destacado pañuelo de hombros con una flor al pecho, pañuelo de cabeza, cintas en la montera y guantes blancos. La careta es un diseño de César Manrique, quien colaboró con la parranda para que no se perdieran las tradiciones, según Paulino García Cedrés.

Para Ricardo Reguera, el hecho de que la gente de Arrecife utilizara para disfrazarse el traje de los antiguos campesinos viene a constituir una especie de transgresión cultural o de inversión simbólica en la que el ciudadano, presumiblemente culto y civilizado, se transforma en un “campurrio”, que es como se llamaba en Arrecife al campesino tosco en modales. 

Prohibidos en 1936 y recuperados en 1963

Siempre atento a las manifestaciones populares, el escritor Leandro Perdomo publica una reseña sobre Los Buches en 1973, diez años después de su fundación, titulada “Una fiesta marinera” y que, entre otras cosas, dice: “… aún suenan en mis oídos las cuerdas del timple, y de las guitarras, y los resoplidos del acordeón… Oyendo la parranda de los Buches comprendí todo el entrañable valor de la música popular nuestra… El acordeón, instrumento que se arruga como las olas del mar, tan porteño y tan marinero, daba la nota ‘costera y pescaora’ entre el timple y la guitarra y voz del ‘cantaor’ y el pito de agua, instrumento de caña y de soplido único en el mundo, como queriendo zambullirse en los trasfondos marinos…”. 

Los bucheros antiguos, aquellos marineros que recorrían las calles de Arrecife durante los carnavales vestidos con ropas campesinas antiguas y caretas de rejillas, y provistos de vejigas de pescado hinchadas, fueron prohibidos en 1936 y recuperados en 1963. El rescate de esta tradición llegó de la mano de la Parranda Marinera de Los Buches, cuya trayectoria la ha hecho merecedora de una escultura en el Charco y una calle en la ciudad de Arrecife. Nadie ha corrido tantos carnavales en Arrecife como esta singular parranda marinera.

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