El agua en Lanzarote

Manuel Díaz Rijo, un grande del siglo XX al que empiezan a llegarle los honores

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Centro de Desalación Díaz Rijo

Este ingeniero naval nacido en La Vegueta decide en 1960 buscar una salida al suministro de agua potable mediante la instalación de una planta de potabilización de agua de mar

Manuel Díaz Rijo, un grande del siglo XX al que empiezan a llegarle los honores

El Ayuntamiento de Teguise hacía entrega de la Medalla de Plata –a título póstumo– a Manuel Díaz Rijo (La Vegueta, 20 de septiembre de 1927 – Madrid, 14 de junio de 2016), en la tarde noche del 27 de enero en el antiguo Convento de Santo Domingo. Comienzan a llegarle los honores y distinciones a una de las grandes personalidades del siglo XX en Lanzarote.

Entre la población de mayor edad de Lanzarote permanece aún una notable cultura de ahorro del agua, fraguada en los años de escasez. Nunca veremos correr el agua de un grifo sin ton ni son cerca de estas personas porque, en un acto reflejo, acudirán a cerrarlo con presteza. Los más jóvenes, sin embargo, han crecido viendo brotar el agua de un grifo y, aunque saben que no sobra, jamás les ha faltado. Pero no siempre fue así.

A pesar de la inmensa cantidad de agua existente en el planeta, jamás se ha tratado en Lanzarote de un recurso accesible, renovable o barato. La precipitación de agua de lluvia en la isla no supera los 140 milímetros al año, una cantidad ínfima. Además, la mayor parte del agua caída se evapora, por lo que solo una pequeña parte se aprovecha, tanto en superficie como infiltrada. De ahí que, en el pasado, los períodos de sequía se saldaran con hambrunas y emigración.

INGENIERÍA E HIDRODINÁMICA

Aunque ya había venía reflexionando sobre ello desde 1957 y tenía una idea clara de cuál podría ser la solución, Manuel Díaz Rijo decide en 1960 buscar una salida al suministro de agua potable mediante la instalación de una planta de potabilización de agua de mar. Este ingeniero naval trabajó en el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo, único centro de investigación naval que existía en España, entre 1954 y 1959. En la actualidad se trata de un organismo autónomo del Estado reconocido internacionalmente en hidrodinámica que realiza trabajos de proyección, experimentación e investigación, adscrito al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial del Ministerio de Defensa.

Su estancia en este centro le permitió adquirir una visión innovadora respecto a los avances de la ingeniería en el ámbito de la hidrodinámica, una rama de la física que estudia el movimiento de los fluidos. Su sólida formación queda acreditada, asimismo, por el hecho de que, durante 19 años, Manuel Díaz Rijo desarrolló una intensa actividad docente, su verdadera vocación. Durante 13 años ejerció como profesor en la Escuela de Ingenieros Navales de Madrid, impartiendo las asignaturas de Física Teórica, Teoría del Buque y Mecánica de los Fluidos. Fue director de los laboratorios y talleres de dicho centro entre 1959 y 1964.

LA IMPORTANCIA DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Lanzarote se despereza en la década de los sesenta del siglo XX y algunos de sus talentos se ponen en marcha al servicio de la isla. Mientras unos ocupan puestos de responsabilidad política modernizando el gobierno insular y aprovisionando las infraestructuras necesarias para el desarrollo, como José Ramírez, otros ponen el énfasis en el paisaje, el arte y la naturaleza con el noble fin de poner en valor las bellezas de la isla, como es el caso singular de César Manrique. Por su parte, Manuel Díaz Rijo subraya la importancia del conocimiento científico para resolver un problema hasta entonces irresoluble: satisfacer las necesidades de agua potable de la población y de los turistas que comenzaban a llegar.

Manuel vivió en Lanzarote hasta los 11 años de edad, ya que al finalizar el curso 1938-39 cerraría temporalmente el instituto de la isla, por lo que su familia se traslada a la Península. Allí cursa estudios de bachillerato y obtiene el título de ingeniero Naval en 1954. Se dedicó a la docencia y se doctoró en 1961, pero mantuvo los lazos con su tierra natal mediante sus cortas vacaciones estivales y a través de la relación que cultivaba con los pocos estudiantes que entonces se desplazaban a Madrid para cursar carreras universitarias. Conocía el alcance y el sentido de la falta de agua y estaba al tanto de las iniciativas que se acometían en la isla para garantizar el abastecimiento de la misma.

LANZAROTE CAMBIÓ GRACIAS A MANUEL DÍAZ RIJO

Lanzarote cambió para siempre gracias a Manuel Díaz Rijo, un ingeniero naval atípico que, en lugar de optar por buscar trabajo en unos astilleros que era lo habitual, se inclinó por la docencia y la investigación, aplicando sus conocimientos en una balsa de piedra situada en el Océano Atlántico llamada Lanzarote. “Se me ocurrió pensar que Lanzarote era una especie de buque anclado en el Atlántico y que podría aplicársele las mismas soluciones que ya experimentaban en otros lugares para desalar agua”, dijo en septiembre de 2011 en Mancha Blanca, al leer el pregón de las fiestas de Los Dolores.

Su idea, en síntesis, consistía en instalar en tierra una potabilizadora basada en los métodos que se aplicaban en ese momento en algunos grandes buques, los cuales desalaban su propia agua mientras navegaban. Los grandes barcos de pasaje y de guerra ya no transportaban agua dulce en tanques, sino que la iban fabricando a medida que navegaban por medio de unas simples instalaciones que desalinizaban el agua del mar. La idea le inspiró para crear la primera desaladora para consumo doméstico instalada en tierra en Europa.

Estudiando con detenimiento la historia de la isla, difícilmente encontraremos a alguien que se ajuste mejor al término moderno de emprendedor que Manuel Díaz Rijo, aunque nunca fue ni se consideró un empresario en el sentido convencional del término sino, más bien, un ingeniero con alma de científico que trató de llevar a la práctica sus conocimientos.

Estados Unidos y Westinghouse

Manuel Díaz Rijo sabía lo que se traía entre manos cuando se propuso resolver el problema del abastecimiento de agua potable mediante la potabilización de agua de mar. Mientras prosigue su labor docente, redacta un anteproyecto adecuado a las necesidades de la isla y trata de acceder a la financiación pública, sin conseguirlo. Lejos de desalentarse, trata de conseguir los fondos a través de la iniciativa privada y constituye la empresa Termoeléctrica de Lanzarote, SA, también conocida como Termolansa.

En aquel momento, dirige su mirada hacia los Estados Unidos de América, donde ya operaban plantas de desalación de agua de mar, y contacta con las firmas Westinghouse Electric Co. y Burns and Roe, Inc., las cuales desarrollaban una planta experimental en San Diego, California. En ella se inspiró al considerarla el mejor modelo para la redacción del proyecto definitivo. Después de cinco años de trabajos preparatorios, la planta potabilizadora se instaló y empezó a suministrar agua y electricidad en la primavera de 1965.

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