Opinión

Canarias: Mitos, leyendas e hipótesis literarias

Canarias: Mitos, leyendas e hipótesis literarias

Las Islas Afortunadas, o las islas que, actualmente, forman el Archipiélago Canario, han representado, desde la época clásica, un lugar muy sugerente, donde se concentran mitos, leyendas e hipótesis literarias.

Conocido por los antiguos, su redescubrimiento geográfico en 1312 por el navegante italiano (precisamente de Liguria) Lanzarotto Malocello marca el comienzo del período de los grandes descubrimientos.

El Océano Atlántico era una barrera infranqueable debido a las creencias mitológicas de la época y los barcos no se aventuraban a lo desconocido, por temor a encontrarse con serios peligros. Por tanto, el conocimiento que el mundo medieval tenía de Canarias se perdió en el olvido…

El primer contacto, o mejor dicho, el acercamiento con el Archipiélago Canario se produjo  en la Baja Edad Media, mientras se atravesaba el período prerrenacentista de transición al Renacimiento. Los primeros viajes a Canarias se produjeron a finales del siglo XIII, o probablemente, incluso antes, y se hicieron cada vez más frecuentes en el siguiente siglo XIV.

Se trataba de viajes, en su mayoría con fines comerciales, partiendo de la zona del Mar Mediterráneo, que vio a los genoveses como protagonistas absolutos, seguidos de catalanes y mallorquines y luego, paulatinamente, de portugueses y castellanos.

 Así fue como los hermanos Vadino y Ugolino Vivaldi, genoveses, en la primavera de 1291,  organizaron el primer viaje de la época, en busca de nuevas rutas para llegar a las Indias. Pero, como decíamos, fue otro italiano, natural de Varazze, Lanzarotto Malocello, el que llegó a Lanzarote, la más septentrional de las Islas Canarias. Malocello dio nombre a esta isla y, en 1339, este territorio insular, junto con la isla de Fuerteventura, aparecía con el nombre de Insula de Lanzarotus Marocelus, marcada por la cruz roja de Génova, en el libro piloto realizado por el cartógrafo mallorquín de origen. - también - italiano, Angelino Dulcert.

En verdad, sin embargo, unos 27 años antes, probablemente en 1312, ya se habían dibujado en el planisferio genovés de fray Giovanni da Carignano. En el lado izquierdo del mapa (reproducido en 1925 en el trabajo editorial de la Societè Royale de Geographie d'Egypte editado por Charles de La Ronciere titulado La decouverte de l'Afrique au Moyen Age-Cartographes et Explorateurs- Tome premier, Pl. VI ) también hay una inscripción en latín, en caracteres muy pequeños, medio borrada y, por lo tanto,  poco legible, que dice más o menos así: “decem mai spacium denotat mediana quinquaginta…..tis per terram dpt unas interislas”. Con este escrito, el cartógrafo parece querer señalar la presencia de una isla, situada a una distancia de cincuenta millas de la tierra firme, incurriendo, posiblemente,   en un error de apreciación sobre la distancia real de Lanzarote a África (Capo di Nun), establecida en unos 230 km.

Sin embargo, esta sería la primera representación, de al menos una de las Islas Canarias, reportada en un mapa náutico-marítimo.

 Desgraciadamente, el original del planisferio en cuestión fue destruido por los bombardeos durante la última Guerra Mundial, por lo que hoy en día,  todo estudio debe hacer referencia a algunas fotografías de mala calidad del planisferio, reproduciendo el original perdido (ver al respecto "Lanzarotto Malocello, from Italy to Canarias”, de Alfonso Licata, Roma, año 2012, Ed. CISM - Estado Mayor de la Defensa y “Redescubrimiento y conquista de las Afortunadas” de María José Vázquez de Parga y Chueca, 2002, Ed. Dos Calles-Theatrum Naturae).

Posteriormente, se emprendieron otros viajes más allá de las Columnas de Hércules para ir a Canarias, tanto por parte de otros italianos como de españoles y portugueses, hasta la conquista armada del Archipiélago y su posterior colonización. Canarias, por tanto, a mediados del siglo XIV ya eran bien conocidas.

 Y la literatura que nos da testimonio válido de todo este trozo de historia, donde los grandes escritores griegos y romanos, comenzando por Homero, Hesíodo, Píndaro, Salustio y Plinio el Viejo, desde la Época Antigua (siglo VIII a. C.), en sus estupendas e inmortales obras, citan, invocan y describen las Islas Afortunadas en una especie de veneración.

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