Opinión

30 de mayo: canarismo y autogobierno

30 de mayo: canarismo y autogobierno

Llevamos quince meses inmersos en una pandemia, la de la COVID-19, que ha afectado a la salud, a la economía, al empleo y hasta a nuestra manera de relacionarnos, robándonos muchos encuentros, besos y abrazos. Una pandemia que ha puesto en evidencia la enorme vulnerabilidad de los seres humanos y la necesidad de modificar nuestra negativa relación con la naturaleza si queremos que este planeta siga siendo habitable. Que confirma la necesidad de evitar nuevos procesos devastadores, en forma de enfermedades, como en esta ocasión; o a consecuencia del cambio climático, que hará mucho más difícil la existencia, incrementará los desastres naturales, la pobreza y los forzados movimientos migratorios.

La pandemia, con todos sus elementos negativos, especialmente la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento de los enfermos, debería servir, también, para aprender de lo ocurrido y comenzar a poner el acento en lo importante. Para reconocer la relevancia de lo público que ha sido capaz de fortalecer la sanidad y la educación, al tiempo que establecía medidas para apoyar a familias, empresas, pymes y autónomos. Para dar valor, asimismo, a la relevancia de los cuidados a las personas, que, pese a los significativos cambios sociales, siguen realizando mayoritariamente las mujeres, y que deben constituir una prioridad de las políticas públicas y del conjunto de la sociedad. Para entender que el individualismo feroz nos conduce al abismo y que se precisa la cooperación y la solidaridad para edificar sociedades más justas, más humanas, con futuro. 

Asimismo, esta crisis sanitaria, económica y social nos ha desvelado las diferentes condiciones y respuestas entre los distintos estados, la mayor o menor fortaleza de sus sistemas sanitarios; y confirmado las profundas desigualdades existentes, esas que impiden a gran parte de la humanidad disponer de sanidad o, como está ocurriendo ahora, acceder a las vacunas, lo que ha llevado a la OMS a alertar sobre las graves consecuencias que tendrá la creciente brecha de vacunación entre los países ricos y los empobrecidos.

Por otra parte, la pandemia ha mostrado la importancia de acciones globales que han posibilitado disponer de vacunas en un corto periodo de tiempo. Y, asimismo, de la toma de decisiones locales, adaptadas a las especificidades de cada región o nacionalidad, como las relativas a su conformación territorial o al peso de los mayores en el conjunto de su población. Como hemos hecho en Canarias desde el comienzo de la pandemia con resultados, que aun sin olvidar todo el dolor que sentimos por los fallecidos, nos han situado mejor que otras comunidades. Incrementando de forma notable los medios materiales y humanos en sanidad o educación, servicios que cuentan hoy con 8.000 profesionales más que en marzo de 2020, y contando con la implicación responsable y paciente de la inmensa mayoría de la ciudadanía de las Islas.

Motivos de orgullo sin estridencias, pero con la conciencia tranquila por haber hecho todo lo posible.

Día de Canarias

Estas semanas, con distintos actos, se conmemora el 30 de Mayo, Día de Canarias. Es el segundo que se realiza en tiempos de una pandemia que ha destruido empresas y empleos, reduciendo notablemente nuestro PIB. Que ha agudizado los parámetros socioeconómicos negativos que, en nuestra tierra, desafortunadamente, no son nuevos y que nos han mantenido alejados de la media estatal. Pero, también, ha confirmado la solidez del autogobierno que, en medio de las peores condiciones, ha sido capaz de fortalecer los servicios públicos y apoyar al tejido empresarial y a la gente más vulnerable.

El autogobierno ha sido esencial en la transformación de nuestra tierra. Con hitos como los importantes avances en materia educativa en los años ochenta, impulsados por el primer gobierno que presidía Jerónimo Saavedra, superando una realidad de falta de aulas, centros escolares desdoblados e insuficientes plantillas docentes. O el significativo desarrollo, en hospitales y en centros de salud, del sistema de emergencias, tras la asunción de las competencias sanitarias en los noventa, que tuve la responsabilidad de dirigir. Centros educativos y sanitarios, carreteras, aeropuertos, viviendas, infraestructuras hidráulicas, mejores y más baratas conexiones entre Canarias y con el exterior…. fueron cambiando la realidad de unas islas profundamente atrasadas y olvidadas por el poder central del Estado.

Esto posibilitó alcanzar una mejor calidad de vida y reducir los abismos que existían entre las islas más pobladas y las menos pobladas. Situarnos prácticamente en la media estatal (97,7%) respecto a la renta per cápita a principios del siglo XXI. Disponer en esos momentos de niveles de desempleo que llegaron a estar por debajo de la media española. Posteriormente se ha producido un proceso de retroceso, de alejamiento de la media española en esos parámetros. Antes de la pandemia, nuestra renta se había separado casi 20 puntos de la media estatal, en parte explicado por el modelo de desarrollo y el notable crecimiento poblacional, el doble de la media estatal. El paro y la pobreza ha estado sistemáticamente por encima de la media del Estado.

Construcción nacional

Canarias se construye por su gente desde múltiples espacios. En sus actividades culturales de todo tipo, tradicionales o no; en el folclore, en el timple que suena en la parranda o junto a una gran orquesta, en las actividades artísticas de vanguardia; en el deporte y las fiestas populares; en la gastronomía que aprovecha la calidad de los productos del país y que es cada vez más creativa; en sus hombres y mujeres que investigan o imparten docencia; en sus empresarios innovadores; en sus buenos profesionales en los más diversos campos, desde las nuevas tecnologías a la alimentación pasando por la limpieza de lugares públicos; en las personas que dedican su vida para que sea mejor las de los demás. Forman parte de nuestra identidad, como nuestra forma particular de hablar el español, nuestros paisajes o nuestro sentimiento de ser isleños. O, asimismo, nuestra capacidad de ser acogedores y solidarios.

Pero esa construcción nacional está incompleta cuando no se alcanzan los máximos niveles de equidad y de cohesión social y territorial. Construir país es hacerlo sobre bases sólidas que permitan un desarrollo autocentrado, sostenible y al servicio del conjunto de la población, sin exclusiones de ningún tipo. Bases sólidas de generación de riqueza y empleo, de una mejor formación, de servicios públicos potentes, de superación de las desigualdades entre mujeres y hombres, de adecuados cuidados a nuestros mayores, de oportunidades reales para nuestros jóvenes, de un medio ambiente y un territorio preservado… 

Por eso el autogobierno, y el propio canarismo, tiene hoy el reto de superar los lastres que nos alejan del Estado español y de Europa en progreso y equidad, en igualdad de oportunidades, en bienestar. Los distintos estudios sociológicos confirman que los ciudadanos y las ciudadanas de Canarias se encuentran entre los que más reivindican un mayor grado de autonomía y, también, de los que tienen más sentimiento identitario. Pero esto no es inmutable. Hoy, en esta tercera década del siglo XXI, se requiere dar un salto cualitativo. Porque es necesario para avanzar socialmente y porque la mejor manera de consolidar el autogobierno es que este demuestre permanentemente su utilidad para la ciudadanía de las Islas; que sea capaz de transformar en un sentido positivo a la sociedad canaria y que la gente lo perciba claramente en sus vidas. En Canarias contamos con las instituciones, la ciudadanía y el talento para hacerlo posible. Sin victimismos ni complejos. Por eso, podemos festejar este 30 de Mayo convencidos de que esta tierra, con el protagonismo de su gente, tiene mucho futuro.

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