La Reserva de la Biosfera de Lanzarote cumple 30 años convertida en un jarrón chino
La declaración se ha convertido en un jarrón chino: es extremadamente valiosa, pero no se sabe bien qué hacer con ella porque resulta muy incómoda al poder
La declaración de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote y La Graciosa cumple 30 años convertida en un jarrón chino: es extremadamente valiosa, pero no se sabe bien qué hacer con ella porque resulta muy incómoda al poder. Queda bien para para fardar o para hacer grandes discursos de buenas, aunque vacías, intenciones, pero cuando hay que aplicarse de verdad en la tarea del desarrollo sostenible, la gran mayoría da un paso a un lado.
La declaración debía servir para aumentar la calidad ambiental y la capacidad de gestión de los recursos naturales, fomentar las actuaciones para alcanzar un modelo de desarrollo sostenible y potenciar la educación ambiental y la investigación. Es decir, debía servir de base para garantizar un cierto nivel de conservación del medio en armonía con las necesidades económicas y sociales de la población. Sin embargo, Lanzarote y La Graciosa son territorios cada vez más insostenibles, con su capacidad de carga ampliamente desbordada y con una palabra prohibida, saturación, descosiendo todas las costuras del desarrollo insular. Y la culpa no es de la Reserva.
Se declaró un territorio y sus núcleos poblacionales
El Consejo Internacional del Programa MaB (Man and Biosphere) de la UNESCO acordó declarar las islas de Lanzarote y La Graciosa como Reserva de Biosfera el día 7 de octubre de 1993. Por tanto, se cumplen 30 años de aquel hito. Dos meses después del fallecimiento de César Manrique, el Cabildo y el Gobierno de Canarias acordaban iniciar los trámites para la declaración. Corría el mes de noviembre de 1992. De esta forma, ambos acuerdos institucionales daban respuesta a diversas demandas en tal sentido, entre la que se encontraba la petición expresa del artista. Manrique era vocal del Comité Español del Programa MaB.
Las Reservas de la Biosfera se crearon para distinguir y mantener a aquellos territorios donde existen ecosistemas representativos, y en los que se dan las condiciones para un desarrollo económico sostenido y un uso del territorio compatible con la conservación de sus recursos naturales. El reconocimiento añadió un componente novedoso a estas figuras, ya que era la primera vez que se declaraba un territorio en su conjunto, incluyendo a todos sus núcleos poblacionales. La simbiosis alcanzada entre los seres humanos y la naturaleza fue, sin duda, el principal causante de este respaldo internacional.
Un alto nivel de cultura medioambiental
Entre los factores contribuyeron a la declaración de Lanzarote y La Graciosa se encuentran la presencia de espacios naturales de interés, incluyendo el Parque Nacional de Timanfaya, la existencia de un alto nivel de cultura medioambiental en la población, la presencia de un extenso catálogo de obra singular adaptada al medio y la conservación de un modelo de intervención agrícola que representa uno de los patrimonios más singulares y bellos que puedan encontrarse en las islas del planeta.
Con la finalidad de impulsar y desarrollar la declaración y coordinar las actuaciones de las distintas administraciones públicas y las que se entablen entre éstas y las entidades privadas, el Cabildo creó el Consejo de la Reserva de la Biosfera. Se trata de un órgano desconcentrado y sin personalidad jurídica propia en el que están representados los distintos niveles de las administraciones públicas, organismos, entidades, organizaciones económicas y sociales, y asociaciones de todo tipo. En 2001 se modificó el Reglamento de este foro de reflexión, debate y concertación público-privado, lo que propició la creación de un órgano consultivo: el Gabinete Científico de la Reserva de la Biosfera.
