Efeméride | Vela Latina

El día que el barquillo Isla Graciosa avasalló al Porteño en aguas de la capital grancanaria

El Isla Graciosa sacó una ventaja de 1 minuto y 29 segundos a su rival, que pidió el desquite que se produjo en Lanzarote un año después: el Isla Graciosa volvió a ganar.

El día que el barquillo Isla Graciosa avasalló al Porteño en aguas de la capital grancanaria

La Fundación de Líneas Romero y la Federación Insular de Lanzarote impulsan el II Encuentro de Vela Latina ‘Isla de La Graciosa’ en la Octava Isla. El evento tendrá lugar hoy, sábado, día 29, y mañana domingo, con cinco embarcaciones participantes: Villa de Teror, Minerva Hoteles Vistaflor-Idamar, Graciosero-Líneas Romero, Volcán de La Corona-Grúas San Ginés y Villa de Teguise. El año pasado, la primera edición, tuvo lugar una pega entre barquillos y botes grancanarios que rememoró el histórico triunfo en el que el barquillo Isla Graciosa avasalló al Porteño en aguas de la capital grancanaria el 7 de octubre de 1962.

El Porteño era un bote magnífico, veterano y marinero, y contaba con un historial grandioso. Todo estaba preparado para zanjar de una vez por todas las apasionadas discusiones que enfrentaban a los aficionados de las dos modalidades de vela latina existentes en las Islas Canarias. La singular regata pretendía despejar la supremacía en el apasionado mundo de la vela latina. Jorge Toledo Betancort había aceptado el desafío.

BARQUILLO NEGRO CON UNA FRANJA BLANCA

El Isla Graciosa era propiedad de su padre, pero se había decidido que lo patronearía él. Sacó el barquillo del almacén donde se guardaba y se aprestó a repararlo, pintarlo y ponerlo a punto. Siete hombres compondrían la tripulación, incluyendo al propio Jorge, e irían ataviados con ropas gracioseras, de mahón azul, y tocados con el característico sombrero que se utiliza en Caleta del Sebo. El barquillo iría pintado de negro con una franja blanca.

En su recorrido diario por los altares de Arrecife en busca de noticias para el semanario ‘Antena’, Guillermo Topham ‘Guito’ cuenta que un día se encontró a Jorge Toledo tomando un refresco en la cafetería Brasilia, en la Calle Real, y le pidió un augurio sobre la pega. “Resulta difícil el pronóstico, porque son embarcaciones de características completamente diferentes. Pero yo creo que, con viento y mar, no dejaremos escapar el triunfo”. La respuesta del patrón del Isla Graciosa no dejó lugar a la duda. Y Guito lo publicó.

JORGE TOLEDO NO IBA DE FAROL

Para qué fue aquello… La noticia voló a Las Palmas de Gran Canaria. La afición de la isla redonda tomó posiciones: “La tripulación del Isla Graciosa era bastante optimista y aseguraba que ganaría al Porteño, sobre todo con mar y viento. Opinión que respetamos pero que no compartimos”, decían, dando por descontada una fácil victoria del Porteño, a la vez que arremetían contra el exceso de tranquilidad y confianza que detectaban en Jorge Toledo. “¿El Isla Graciosa? ¡Eso nada, una tortuga!”, llegó a proclamar alguno.

Hombre modesto, sencillo y prudente, Jorge no iba de farol. Conocía a su barquillo y a sus tripulantes, expertos marineros todos, pero también sabía los puntos débiles de la vela latina grancanaria, ya que había presenciado muchas pegas. Su confianza en la victoria era total y, al final, miles de espectadores asistieron a la pega. El Isla Graciosa sacó una ventaja de 1 minuto y 29 segundos a su rival: un triunfo apoteósico. El mensaje posterior llegó nítido: queremos el desquite urgentemente. Y se produjo en aguas lanzaroteñas un año después, en 1963. El Isla Graciosa volvió a ganar, y, desde entonces, se acabaron las discusiones.

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